Hay lugares a los que uno siempre quiere volver, y en mi caso, el restaurante Mendizorrotz está en un puesto muy alto en mi lista de sitios preferidos. Siempre que visito Donosti busco el momento y la compañía adecuada para comer o cenar en este restaurante-bar situado en el pueblo de Igeldo. A lo largo de la carretera que sube al monte Igeldo y que alarga su camino hasta Orio, hay una buena lista de tabernas y restaurantes a los que acuden los donostiarras, y no es extraño, a pesar de estar relativamente alejados de la ciudad, ver sus parkings llenos de coches y los comedores hasta la bandera. Unos más que otros, eso sí, y en Mendizorrotz, es mejor ser previsor y reservar una mesa en el bar, por si las moscas.
La semana pasada estuve en Donosti, visitando a la familia y disfrutando de unos días de vacaciones. Por supuesto, una de las noches subimos a cenar a Mendizorrotz, no sin antes asegurarnos una mesa en su populoso bar. La tónica general en este local es siempre la misma: buenos productos, servicio atento y una cocina limpia y puntual.
El restaurante está separado en dos zonas: el bar y el comedor de carta, que se adaptan y estructuran mediante unas cortinas en función de las necesidades. Nosotros siempre visitamos la zona del bar, junto a la barra, en la que se sirven raciones y pinchos. Ya antes de entrar teníamos una idea de lo que íbamos a pedir, pues la carta de platos tradicionales se mantiene en el tiempo, enriquecida por los productos de temporada.
El ambiente es bullicioso e informal, y no es raro encontrar el comedor lleno un día entre semana. El servicio es muy atento y agradable; quién nos atendió esa noche lo hizo con una sonrisa permanente en la cara mientras saltaba de mesa en mesa para que a nadie le faltara nada.
Pedimos varios platos para compartir, empezando por la ensalada de tomate de Igeldo, una delicia de temporada que saben aliñar como nadie, pues el jugo del tomate se mezcla con el aceite y la sal, formando una salsa que una vez acabado el tomate, hay que untar en pan necesariamente. Hay que decir que nuestro plato quedó bastante limpio.
Seguimos con las guindillas, también de temporada y fuera de carta, fritas y con buen punto de sal, perfectas para comer con las manos. En mi familia no son muy croqueteros, así que pedí un frito de hongos para mí sola, aunque una vez servido hubo quien se apuntó al lance. Para que luego digan que no les gustan los fritos…
Seguimos con unos calamares, un clásico en la carta de la casa que siempre pedimos, frescos y tiernos ¡qué más se puede pedir! Mi hijo pidió huevos con jamón y patatas, un plato combinado enorme, que a juzgar por la velocidad y gusto con que se los comió, debía de estar muy bueno.
No podía faltar una tortilla de bacalao, limpia y sabrosa, de la que estuve a punto de no hacer una foto pues aguantó muy poco tiempo en el plato.
Llegamos al capítulo de los postres con más ganas de comer que hambre, y pedimos una pantxineta (que llegó caliente a la mesa) y un coulant de chocolate que no defraudaron, ambos hechos en la casa. Regada la cena con sidra, cerveza y un refresco, la cuenta final fue de 16 euros por persona.
Restaurante-Bar Mendizorrotz
Plaza de Lizardia nº4
20008 Igeldo, San Sebastián
943 212 023
Página web
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