Es uno de los pueblos más bonitos de España, pero tiene tantos turistas que sus habitantes han decidido cerrarlo

Un terreno de apenas 8.000 metros cuadrados que ve pasar cada verano más de 800.000 visitantes

Binibeca Vell 1
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La estética nos resulta familiar. Casas blancas, calma, veranos eternos, cerca del mar, barquitas de pescadores… El plan suena idílico, pero por desgracia, al menos para los que allí habitan, no es lo único que resulta familiar.

Fotos a todas horas, mirones que se cuelan por patios y calles, fiesta hasta bien entrada la noche, suciedad y botellones por los rincones… La moneda contemporánea tiene siempre dos caras y, en algunos rincones, el precio a pagar es especialmente caro.

Uno de ellos, sin que tengamos que cruzarnos el mundo ni salir de España, espera bastante cerca. Al punto de que sus pobladores, tras años de quejas, han conseguido salirse parcialmente con la suya.

No es Barcelona. Tampoco es un pueblo de pescadores de la Costa Brava. Tampoco nos estamos refiriendo a ningún punto del litoral andaluz, pero sí a una zona de España donde la tensión entre turismo y autóctonos lleva siendo elevada durante años: las Islas Baleares.

Lo curioso es que esta disputa no está teniendo lugar en Ibiza. Tampoco en la isla de Mallorca, sino en la aparentemente tranquila isla de Menorca, concretamente en el pueblo de Binibeca Vell.

No obstante, en puridad no podríamos hablar de pueblo, sino más bien de urbanización porque Binibeca Vell fue construida en los años sesenta, alrededor de una pequeña cala de pescadores en el sudoeste de la isla, en un núcleo poblacional de apenas 200 casas que ocupan no más de 8.000 metros cuadrados que dependen políticamente del ayuntamiento de Sant Lluís. Sin embargo, eso no quita que estén en el mapa de los turoperadores como actividad planeada y que cada verano se masifique de viandantes y turistas.

Binibeca Vell Binibeca Vell. ©Instagram Binibeca Vell.

Tanto que este rinconcito que podría asemejarse a una miniatura de Creta o Mykonos ha llegado al punto de masificarse, pero no de moradores, sino de visitantes que gritan, orinan, rompen macetas o se retratan delante de sus puertas sin importa el ruido o las molestias que provocan a los vecinos y que ha llevado a cierto nivel de gresca de la asociación vecinal con el consistorio local.

Un transitar continuo que se multiplica en los meses de verano y que ha provocado el hartazgo de sus habitantes al punto de conseguir del ayuntamiento de Binibeca una concesión: prohibir el paso a los visitantes.

Binibeca vell Binibeca Vell. ©Menorca.es

Aunque no todo el día, solo de 10:00h de la mañana a 22:00h de la noche, en una medida que está más enfocada a respetar el descanso de los vecinos y evitar las actividades ruidosas de fiesta y botellón de las que vienen quejándose desde hace años. Lo cierto es, además, que las medidas que se implementaron y la campaña mediática que se inició surtió efecto: "los visitantes ya entran en silencio y sin crear molestias".

Sin embargo, no ha llovido a gusto de todos en Binibeca Vell, que no deja de ser una urbanización privada. Los comerciantes locales que dependen de que los más de 800.000 visitantes que recorren esta parte de la isla en verano protestaron.

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Lo hicieron en el sentido de que los moradores de la urbanización, la mayoría de segunda residencia y vacacionales, aun siendo propietarios, no residen allí durante todo el año, pero imponen su criterio ante lo que los hosteleros se sienten indefensos, advirtiendo que ellos han de vivir todo el año de lo que se factura en verano.

Imágenes | Menorca.es / Matteo Botta en Pexels / Thomas Delacrétaz en Unsplash / Teresa Fernández en Unsplash / Instagram Binibeca Vell / Markus Trienke by via Wikimedia Commons

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