Inmersos ya en el último trimestre del año, se vive una situación peculiar en el aceite de oliva español: hay muy poco almacenado para cubrir la demanda del final de año. 186.000 toneladas pueden parecer muchas, pero son cifras minúsculas comparadas con la media de 400.000 que se suelen manejar en condiciones normales. Por suerte, esta situación atípica garantiza que no nos vamos a quedar sin aceite, y las perspectivas de cara a 2024 son muy positivas. Al menos, lo son para el sector.
Si una cosecha paupérrima que dejó a la mayor parte del olivar en situación crítica provocó la escalada de precios, ahora sucede lo contrario. Ha sido un año decente, gracias a una primavera generosa en lluvias y con temperaturas suaves. Aunque las últimas semanas de verano preocuparon por la falta de precipitaciones de cara al otoño, especialmente en Andalucía, las previsiones de la Junta y de los técnicos de las cooperativas coinciden en ser halagüeñas.
Unas expectativas positivas que coinciden con las del Ministerio de Agricultura a nivel nacional, esperándose una cosecha de aceituna de hasta 1,4 millones de toneladas, hasta un 65% más que en la campaña que está a punto de finalizar.
Eso será cuando empiece a cosecharse el fruto y arranque la maquinaria de la elaboración de los diferentes tipos de aceite y de aceituna de mesa, en uno o dos meses. Pero, pese a que apenas queda producto almacenado para cubrir estos dos meses largos, es poco probable que repunte su precio en las tiendas. Al contrario, como ya hemos advertido, proliferarán descuentos y ofertas tipo 2x3, que no recomendamos comprar salvo que necesites mucho aceite para gastar casi ya.
Queda poco aceite, pero el sector quiere deshacerse de él. El consumidor ha disminuido drásticamente sus cifras de compra y nadie espera que nos quedemos sin reservas. Al contrario, hay que darle salida antes de que llegue el aceite nuevo, de mayor calidad.
Bajarán los precios en origen, en el súper no tanto
Como bien explica Daniel Trenado, agricultor, biólogo y experto olivarero, el sector del aceite de oliva fluctúa en base a las expectativas a corto y medio plazo, y no tanto por cifras. Hay margen para la duda, pero todas las zonas productivas coinciden en esperar una cosecha muy favorable y ya se habla de la inminente bajada de precios. Inminente en origen, claro, porque el consumidor siempre es el último en percibir esas bajadas.
Para empezar, hay que dar un margen de al menos dos o tres meses hasta que la aceituna que se ha cosechado llega al lineal del supermercado en forma de aceite de oliva. Y nunca nos podemos olvidar de los intermediarios, el otro gran eslabón de la cadena alimentaria. Desde el envasador al distribuidor que lleva ese aceite a nuestras tiendas de confianza.
“El sector envasador ha ganado poquísimo estos últimos años, y eso lo van a querer recuperar en algún momento”, señala Trenado. Si la aceituna se va a comprar más barata en el campo, es la oportunidad perfecta para recuperar ganancias perdidas manteniendo los precios estables en los comercios. En otras palabras: nos van a vender el aceite de oliva al mismo precio que ahora. Al menos, durante los primeros meses de la nueva campaña.
Viéndolo por el lado positivo, al menos ya no deberíamos temer nuevas subidas con precios desorbitados; tampoco sería lógico si el sector quiere estimular el consumo y que vuelvan a subir las ventas. El poder adquisitivo del consumidor medio sigue siendo bajo y muchas familias se han acostumbrado ya a comprar aceites más asequibles que cunden mucho más.
Algunos profesionales prefieren mantener la prudencia y no vender la piel del oso antes de cazarlo, como Juan Luis Ávila, responsable del sector del aceite de COAG, quien considera que hablar ahora de precios es “jugar a la lotería” al no haber estabilidad. Habrá más certezas cuando arranque definitivamente la nueva cosecha y se vea la evolución del olivar de cara a la próxima primavera. Lo esperable es que baje el precio en origen de la aceituna, pero tardaremos en ver aceite de oliva nuevo más barato en las tiendas.
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