Un grupo de científicos británicos y chinos han conseguido secuenciar el ADN de más de 800 variedades de trigo partiendo de los trabajos que realizó el botánico Arthur Watkins en 1920. El científico, un pionero de su tiempo, se dedicó a reunir muestras de variedades locales de este cereal de todo el planeta. Y es ahora, más de un siglo después, cuando su perseverancia está empezando a dar sus frutos.
Watkins reunió concretamente 827 variedades distintas de trigo que se esforzó por recopilar en una época en la que la comunidad científica no tenía interés por algo así. Gracias a su visión previsora y su insistencia a cónsules, políticos y agentes comerciales para que le suministraran muestras de los cinco continentes, hoy disponemos de una valiosa base genética para desarrollar variedades mejoradas y resistentes al cambio climático.
Un trabajo desarrollado conjuntamente por investigadores británicos y chinos ha secuenciado el ADN de esos 827 tipos de trigo, conservados y cultivados en el John Innes Centre, instituto de investigación hortícola, agrícola, biotecnología y biología, ubicado en Norwich (Reino Unido).
Según afirma a The Guardian el genetista Simon Griffiths, uno de los líderes del proyecto, este trabajo “marcará una enorme diferencia en nuestra capacidad para alimentar al planeta en un momento en el que el clima se está calentando y la agricultura está sujeta a presiones climáticas crecientes”. El trigo ha sido durante siglos una de las bases de la alimentación mundial, y aún a día de hoy supone una de cada cinco calorías consumidas por los humanos en todo el planeta.
“Hemos descubierto una mina de oro”
Pero la población mundial está creciendo a ritmos preocupantes y la capacidad natural del planeta para producir alimentos no deja de empeorar debido a los efectos negativos del cambio climático y la pérdida de espacios y diversidad natural. Por eso, en opinión de Griffiths, “hemos descubierto una mina de oro” que podría salvar la agricultura mundial y, por tanto, prevenir posibles hambrunas a medio y largo plazo.
“Podemos recuperar la diversidad funcional y beneficiosa que se perdió en los trigos modernos después de la 'revolución verde' del siglo XX, y tenemos la oportunidad de volver a incorporarlos a los programas de mejoramiento”, añade el profesor Shifeng Cheng de la Academia China de Ciencias Agrícolas. La colaboración con los científicos chinos ha sido crucial, ya que la secuenciación del genoma del trigo es particularmente compleja y cara. Los resultados de los datos descifrados por el equipo de China reveló que las variedades modernas de trigo solo aprovechan el 40% de la diversidad genética conservada en la colección de Watkins.
Así, esas características genéticas perdidas se están utilizando ahora para desarrollar variedades del cereal que puedan ofrecer un gran rendimiento bajo condiciones adversas, como crecer en suelos salinos, aumentar la resistencia a enfermedades, reducir la dependencia de fitosanitarios contaminantes, etc.
Arthur Watkins fue un adelantado a su tiempo al darse cuenta ya entonces de que se estaban eliminando cepas de los cereales que podrían ser valiosas en el futuro. “Se dio cuenta de que la diversidad genética se estaba deteriorando y que era urgente detener ese proceso”, señala Griffiths. “Está claro que Watkins se adelantó a su tiempo y tenemos mucho que agradecerle por ello.
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