Si de repente en el cine moderno volviera a aparecer una Escarlata O'Hara en Lo que el viento se llevó diciendo "¡A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!" es posible que los cines Yelmo tuvieran que invitar a Vivien Leigh a abandonar la sala por pretender comer durante la proyección.
Comer en el cine lleva siendo una tradición desde casi los inicios de las salas de cine. Sin embargo, son muchas las ocasiones en la que las salas intentan vetar el consumo de alimentos adquiridos fuera de la sala.
De esta manera, meter tu propia comida en el cine se convierte a veces en un imposible. Sobre todo cuando las salas ponen medidas coercitivas y carteles en los que prohiben, acogiéndose a ciertos reglamentos, que los usuarios introduzcan comida allí.
Como era de esperar, en unos tiempos en los que ir al cine es prohibitivo y teniendo en cuenta que las salas de cine cada vez buscan hacer más dinero a costa del espectador, podíamos prever que iban a ponerse más tajantes.
Esto es lo que ha sucedido recientemente con la cadena de cines Yelmo, ya que un tuitero recogió una de estas polémicas cíclicas recientemente. Ha sido El Hematocrítico, retratando un cartel de una sala de Yelmo donde aparece claramente.
"La compañía no permite el acceso a estas instalaciones con alimentos y/o bebidas adquiridas fuera de YELMO, reservándose por tanto el derecho de admisión".
Preguntándose en cuestión si esta actitud, especialmente en lo que implica el derecho de admisión, es legal, lo cierto es que, como explican desde Xataka, Yelmo es un viejo conocido de estas actitudes. Principalmente porque esta cartelería lleva presente en sus salas al menos desde 2021.
Lo que dice la ley sobre meter tu propia comida en el cine
La cuestión es que como topamos con la ley y con iniciales extrañas, nos acobárdamos y pensamos que los cines tienen las de ganar. Por un lado, como se aprecia en el texto, se aferran al decreto 86/2013, que es el que regula las actividades clasificadas especiales y espectáculos públicos.
En este supuesto, Yelmo se acoge a reivindicar su actividad económica como "Servicios especiales de restaurante, cafetería y café-bar", que corresponde con el epígrafe 674.6 IAE. La pena para la compañía es que este reglamento —que no ley— limita su rango de actuación a la Comunidad Autónoma de Canarias. Por tanto, Yelmo 0 - Usuarios 1.
Del mismo modo, Yelmo además advierte referirse al artículo 7 del reglamento de Admisión de personas en los establecimientos de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas. Recogido en el Decreto 10/2003 (que se modificaría por el 211/2018), alegan que eso permite a los locales impedir el acceso de espectadores con comida.
Por desgracia para Yelmo, una vez más, es que los cines no tienen derecho a acogerse a este decreto pues no son establecimientos de hostelería u ocio y esparcimiento, que es lo que son si se tiene en cuenta la clasificación del Decreto 155/2018. De nuevo, Yelmo 0 - Usuarios 2.
Pare rematar el hat trick, el tercer gol a favor del espectador lo mete la Ley de Consumidores y Usuarios. Para ello hay que coger el artículo 82, que habla de condiciones abusivas y arbitrarias y que atenten contra la libertad del consumidor y que recoge el derecho del consumidor a introducir alimentos o bebidas dentro de las salas de cine. ¿Siempre? No, siempre no.
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El único gol que pueden meter las salas de cine es que se prohíba por completo el consumo de alimentos o bebidas en sus salas. Como sucede en los cines Renoir de Plaza España, por ejemplo. Sin embargo, si un cine tiene instalación de bar que venda comidas o bebidas, no puede prohibir la introducción de productos comprados fuera de sus instalaciones porque su actividad no es la restauración.
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