De un tiempo a esta parte la microbiota ha pasado de ser un término exclusivo del mundo científico a escucharse en la cola del supermercado, ligado a probióticos y prebióticos. Conceptos que se han puesto moda prometiendo ser el santo grial de la salud y la clave para una buena alimentación. El problema es que la ciencia aún no tiene muy claro el papel de la microbiota en todo esto, como advierte un último estudio.
Así se desprende de las conclusiones del trabajo Fecal microbial load is a major determinant of gut microbiome variation and a confounder for disease associations ('La carga microbiana fecal es un determinante importante de la variación del microbioma intestinal y un factor de confusión para las asociaciones de enfermedades') publicado en la revista Cell por Nishijima et al.
Según este trabajo, el aumento de las llamadas bacterias malas en la microbiota ligado a dolencias como la inflamación intestinal o el cáncer colorrectal podría explicarse más por los propios cambios en la carga microbiana que a la propia enfermedad. Esto es, que no estaría tan claro que los cambios en la microbiota sean causa o consecuencia de una enfermedad.
Los autores han desarrollado un programa de aprendizaje automático para predecir la carga microbiana absoluta en las heces a partir de los datos de abundancia relativa. Este programa informático utiliza algoritmos que se encargan de analizar multitud de estudios previos para relacionar la composición de la microbiota intestinal con la carga microbiana total, analizando a su vez su posible relación o no con enfermedades.
Según este modelo informático los autores no han identificado relaciones de causalidad entre la carga microbiana total y las enfermedades, por lo que, concluyen, dicha carga microbiana total puede ser un elemento de confusión a la hora de asociar enfermedades y microbios intestinales.
Aunque se trata de un trabajo novedoso en este campo de la investigación, que aún anda en pañales y es objeto de muchas investigaciones en proceso actualmente, los autores son conscientes de sus limitaciones y creen que sus hallazgos son un primer paso robusto para profundizar en trabajos posteriores que permitan delimitar más los resultados.
Así opina Baltasar Mayo, profesor de Investigación del CSIC, quien considera que el estudio “no tiene una utilidad práctica inmediata, pero puede ser de gran importancia para estudios posteriores que aborden esas asociaciones entre microbios y enfermedades”, según declaraciones al SMC España.
Toni Gabaldón, profesor de investigación ICREA y jefe del grupo de Genómica Comparada del Instituto de Investigación Biomédica, destaca la novedad que aporta el algoritmo de predicción para estimar la carga microbiana a partir de los patrones de abundancia relativa, pero advierte que sus estimaciones no son perfectas. “Es interesante ver que la abundancia relativa y la carga microbiana no son totalmente independientes, pero todavía tenemos que afinar más en esa relación y en la relación de cada una de esas variables con los estilos de vida o las características de interés clínico”.
Por su parte, José Manuel Fernández-Real, jefe del grupo de Nutrición del IDIBGI y del CIBEROBN y catedrático de Medicina de la Universidad de Girona, valora positivamente la calidad del estudio así como su metodología, aunque también destaca sus limitaciones. No obstante, coincide en que es importante que los estudios en torno a la microbiota tengan en cuenta las variables que recalcan el trabajo, un factor que a menudo se obvia.
“Los estudios de microbiota deberían tener en cuenta este factor de confusión para atribuir o no su significado asociativo con un determinado fenotipo o enfermedad”, afirma al SMC España. Es decir, debemos tomar con precaución las afirmaciones que hoy en día se leen y escuchan alegremente en todo tipo de medios que vinculan los cambios en la microbiota normal (disbiosis) con enfermedades tan dispares como estreñimiento, diarrea, autismo, cáncer, alzhéimer, depresión o enfermedad de Crohn, entre otras.
Recordemos que llamamos microbiota al conjunto de microorganismos vivos que habitan en un entorno concreto de nuestro organismo, destacando los presentes en el tracto gastrointestinal. Cada persona tiene una distinta y juegan un papel clave en la salud, pero aunque se habla de microbiota 'normal', en realidad no hay un respaldo científico que pueda definir claramente qué es una microbiota sana ni sabemos todavía por qué cambia, si es respuesta o consecuencia de enfermedades o de otros factores.
Este último trabajo pone de relieve lo difícil que es lanzar conclusiones irrefutables entre la microbiota y enfermedades tan dispares. Es decir, sí tenemos que prestar atención a nuestra salud gastrointestinal, pero no podemos achacar todos los males a la anteriormente conocida como 'flora'. Al menos, no de momento.
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