La compra está carísima, las cantidades van a menos y cada vez es más complejo salir del supermercado sin haberse dejado dentro un riñón y medio.
No obstante, no es todo culpa de la inflación, sino que también nosotros mismos somos responsables de la forma en que compramos y las elecciones que realizamos.
Es cierto que hay un gran margen de gasto que es imposible evitar, pero algunos consejos pueden ayudarnos a crear un presupuesto más ajustado para la cesta de la compra.
1. Darle esquinazo a todos los caprichos
El primero de estos trucos es ir a la compra, efectivamente, con un presupuesto cerrado. Es decir, hay que mentalizarse, por ejemplo, de esta frase: "Tengo 50 € y eso es lo que me voy a gastar".
Solo de este modo estaremos comprando lo que realmente nos hemos propuesto y necesitamos y conseguiremos darle esquinazo a todos los caprichos y anzuelos que están preparados para que engrosemos la lista lista de la compra.
Una estrategia en este sentido es seguir la norma 50-30-20, una fórmula que puso de moda en 2006, el libro All Your Worth: The Ultimate Lifetime Money, plan, de Elizabeth Warren. En concreto, el 50% del salario tiene que destinarse a las necesidades básicas, el 30% a las necesidades genéricas y el 20% a los ahorros y al pago de préstamos.
Pues bien,, esta fórmula sigue demostrando su validez en los tiempos actuales, aunque los asesores financieros cada vez señalan más hacia una proporción que se aproxima al 60-30-10, respectivamente.
En este sentido, son numerosas las aplicaciones disponibles para controlar los gastos en el supermercado, por ejemplo, comparadores de diferentes superficies, y aplicaciones de ofertas.
2. Pequeños cambios
Como dice el proverbio chino, de Lao-Tse, que un viaje de 1.000 millas comienza con un primer paso, también en esta materia es importante empezar con un pequeño gesto o cambios que sean asumibles y de pequeña proporción.
Esto es, en lugar de renunciar de entrada a todos los caprichos y extras, se puede empezar eliminando alguna categoría de alimentos de la compra que realmente no necesitemos.
Otro truco es ser realista de forma consciente, es decir, plantearse alimento por alimento si realmente lo necesitamos o lo estamos poniendo en la lista más bien por el impulso de no quedarnos sin él.
En esta categoría bien pueden ir las salsas que se usan esporádicamente o aquellos caprichos de fin de semana, como las patatas Chips, que tenemos en la despensa.
3. Una despensa lo más vacía posible
Precisamente, a raíz de la despensa, es importante revisarla antes de salir de casa e incluso antes de hacer la lista de la compra. Es habitual que muchos productos se van acumulando al fondo de las estanterías y acaban por caducar.
Una despensa no demasiado llena es, paradójicamente, una de las mejores decisiones: pues en ella habrá solamente lo que realmente necesitamos.
Foto | Joana Costa
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