Adiós a la nata: el queso mil veces mejor para hacer crema de verduras (y no son quesitos)

Con esta ingrediente gana textura, acidez y originalidad

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Pocos platos son tan fáciles, baratos y reconfortantes como las cremas de verduras. Receta todoterreno donde las haya, es en otoño e invierno cuando más partido podemos sacar a este tipo de preparaciones que, aunque se parezcan, no son purés.

En DAP hemos explicado en varias ocasiones cuál es la gran diferencia entre las cremas de verduras y los purés de verduras, donde las primeras deben llevar una parte láctea que, huelga decirlo, ofrecen más consistencia, mientras que los primeros no cuentan con ella, sino que simplemente dependen del propio líquido que suelten las verduras, de su textura o de cómo de reducido lo queramos.

Lo que sí es cierto es que las cremas de verduras son así más sustanciosas y potentes, sobre todo cuando añadimos elementos grasos. Evidentemente, podemos tunear con los lácteos que queramos. Incluso con bebidas vegetales a base de almendras, arroz o avena, que también pueden cumplir con el perfil.

Sin embargo, lo más habitual es que recurramos a lácteos. Una fórmula habitual es incluir una buena cantidad de leche, pero a mí no me convence porque no espesa de la manera que me gusta.

Otro par de fórmulas habituales, quizá las que más resultado dan, sean las del queso crema, el tipo Philadelphia, o usar los siempre socorridos quesitos que todos hemos comido de niños.

La otra alternativa, que es la más recurrente, es directamente utilizar nata líquida para cocinar. Además, el sector ha crecido tanto que cada vez es más fácil ver natas con una mayor concentración de materia grasa, por lo que podemos ir jugando a voluntad para ver cuál se adapta mejor a nuestras recetas.

Sin embargo, yo uso un queso que tiene lo mejor de tres mundos. Sabroso, cremoso y, además, le da un punto ligeramente ácido a la crema de verduras, lo cual le sienta bastante bien a las cremas dulzonas como puede ser la crema de calabaza, quizá el mejor ejemplo que encontremos, o también a otras fórmulas como la crema de zanahoria.

En este caso, seguro que habéis visto en los supermercados a este queso fresco italiano y, también, lo habréis visto en las cartas de muchos restaurantes no necesariamente italianos: la burrata.

burrata Una burrata abierta. ©iStock.

Cada vez es más fácil encontrarla en los supermercados, con precios bastante dispares entre sí, pero es un queso que para la crema de verduras va muy bien porque tiene un porcentaje elevado de nata –su interior es, esencialmente, nata–, es fresco y tiene esa marcada acidez que lo hace interesante para equilibrar el dulzor excesivo de algunas hortalizas.

Lo único que tenéis que hacer, igual que pasa con los quesitos o con el queso Philadelphia, es añadirlo al final de la receta, una vez que estén trituradas las verduras, y dando otro golpe de batidora.

Podéis desmigarlo o añadirlo a pellizcos, como prefiráis, pero secadlo bien antes del suero –que en realidad es agua– que las conserva, pues no nos va a aportar nada en la receta y va a aguarla en exceso.

Imágenes | DAP / iStock

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