Convertidas en reinas del verano por tener menos alcohol que las cervezas convencionales, las shandys se han hecho un hueco en nuestra vida de un modo parecido al que lo han hecho las cervezas radler.
Mutadas en categoría propia dentro de los portafolios de las grandes cerveceras, las cervezas shandy —más allá de que sean más o menos relevantes a nivel nutricional— se han hecho fuertes por ese menor contenido alcohólico y, en teoría, ser más refrescantes.
Como es lógico, ese concepto de más refrescante siempre queda a la interpretación del que la está consumiendo. Lo cierto es que la shandy moderna, tal y como las vemos en los supermercados, suelen ser de todo menos cervezas. O no cervezas en el término estricto de la palabra.
La realidad es que son, principalmente, una gaseosa a la que se añade una pequeña parte de cerveza. A gusto del fabricante, claro. Generalmente vamos a ver entre un 80% y un 85% de un refresco carbonatado y el porcentaje restante correspondería a la propia cerveza. De esta manera, la denominación legal puede ser la de clara sabor limón o la de bebida mixta a base de gaseosa sabor limón y cerveza.
Otras, directamente, apuestan por una base de agua en más de un 80%, donde luego se añade un porcentaje de cerveza y se termina de mezclar con azúcar, aroma de limón y diversos productos como acidulantes, estabilizantes o antioxidantes.
De la shandygaff a la shandy
De esta manera, parece que la cerveza con limón en nuestro país es de todo menos una cerveza con limón. Sin embargo, la realidad histórica de lo que hoy conocemos como shandy es bien distinta y para ello debemos irnos a la Inglaterra de mediados del siglo XIX.
Son dos las escuelas de cerveza con limón que hay en Europa. Por un lado, las shandy que llegaron del Reino Unido en el siglo XIX. Por el otro, ya en los albures del siglo XX, las que provenían de Alemania.
El origen del nombre es incierto, pero evolucionó desde shandygaff a shandy.
Sin embargo, hoy nos centraremos en cómo aquellas primeras shandygaff —que así se llamaban— nunca tuvieron al limón entre sus ingredientes principales. Aunque hay teorías —no comprobadas y noveladas— que apuntan a que es mucho anterior al siglo XIX, situando sus orígenes ya en las cervezas con limón que habría ingerido el rey Enrique VIII —sí, el que se casó seis veces, decapitó a buena parte de sus mujeres y, además, rompió con la Iglesia católica—, aunque no se puede saber si esto es cierto.
Una evolución del jengibre al limón
De lo que sí hay constancia es que se trataba de una bebida que consumían las clases populares inglesas a mediados del siglo XIX en los días más calurosos, renunciando así a cervezas más contundentes. Para ello, alguien tuvo a bien inventar lo que se bautizaría como shandygaff —cuyo nombre es un misterio, aunque se apuntan a diversas teorías— y no queda claro de donde procede.
No obstante, no había rastro de limón en aquellas shandygaff iniciales, que se elaboraban mezclando una cerveza de estilo ale con ginger beer o ginger ale. Lo curioso es que estas dos bebidas, que tienen un apellido 'alcohólico' como beer —cerveza— o ale —el citado tipo de cerveza— no tenían tanto alcohol (en aquellos tiempos) como la cerveza.
Las primeras 'shandy' se elaboran con 'ginger beer', no con limón.
Por aquel entonces —pensemos en un muy colonialista siglo XIX y en el poderoso imperio británico— el jengibre ya era de sobra conocido. Mediante la adición de azúcar —que venía de las plantaciones americanas— y levadura se conseguía fermentar esta raíz, aunque no se buscaba en ellas el grado alcohólico, sino la generación de una suerte de refresco que rara vez superaba el 2% de alcohol.
La 'shandy' en la literatura: el origen
De esta manera, se hacían eco ya recetas como la que se cita en The Book of Household Management, de 1861. En este libro de cocina, aunque es más bien una guía de gestión doméstica de más de 1.110 páginas, la autora Isabella Beeton habla de "una bebida agradable para el tiempo cálido" mezclando "media pinta de una buena cerveza ale con una botella de ginger beer", como explican desde Foods of England.
El resultado era la denominada shandygaff, de la que incluso el escritor británico Charles Dickens se hacía eco en 1857 dentro la novela Las aventuras de Verdant Green, explicando —según citan en Merriam-Webster— cómo un estudiante de Oxford le explicaba a un amigo "que hacer un shandygaff y un sherry-cobbler [un cóctel a base de vino de Jerez] es capital".
Mrs. Beeton's Book of Household Management: The 1861 Classic with Advice on Cooking, Cleaning, Childrearing, Entertaining, and More
Como vemos, en los inicios de la aventura documenta del shandygaff —que a finales del siglo XIX se acortaría en shandy— no había pistas de limón por ninguna parte. Sería ya de nuevo en las postrimerías de esta centuria cuando empezaran a aparecer alternativas en las que se añadían cítricos como el limón, el pomelo o la naranja.
Lo curioso, más de 150 años después de que encontremos sus orígenes, es que en la actualidad una shandy no deja de ser una cerveza con limón —o con un refresco de limón— y sea prácticamente imposible no ya verlo con ginger beer, sino directamente que se asocie con esta refresco a base de jengibre.
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