¿Alguna vez te ha ocurrido que un plato estupendo y maravilloso parece una verdadera plasta después de hacerle una foto? Que esto ocurra es más fácil de lo que parece, si no vigilas ciertos aspectos: iluminación, punto de vista, enfoque, escena, marco, etc. ¡Sigue nuestros consejos y parecerás todo un fotógrafo!
Seguro que ya has sentido en alguna ocasión la necesidad de compartir con tus amigos y familiares esas recetas que te han quedado deliciosas. O ese plato tan bonito que te han servido en el restaurante. Sacas el teléfono móvil y, ¡zas! haces una foto y la compartes inmediatamente.
Pocas cosas hay tan atractivas como la fotografía de alimentos. De hecho, hay libros de cocina y recetarios que son verdaderas obras de arte. Sin embargo, si ya has hecho alguna foto de comida, lo habrás comprobado: ¡fotografiar alimentos o recetas elaboradas, no es sencillo en absoluto!
De hecho, en muchas ocasiones, aquellos platos que frente a nosotros son absolutamente deliciosos y apetecibles, parecen sosos e incluso malos una vez que los hemos fotografiado. Y viceversa, una gran fotografía, puede convertir en tremendamente deseable una simple tortilla francesa.
1. Luz
La mayor parte de las malas fotografías de alimentos se podrían haber mejorado con una buena iluminación. En general, hay que evitar las fuentes de iluminación muy duras, es decir, fuertes y directas. Un difusor nos puede ser de gran ayuda para lograr sombras suaves y luces difusas. La luz no debe llegar sólo desde el lugar donde está situado el fotógrafo. Un contraluz resaltará la textura de tu plato, le dará volumen y relieve.
Lo que es verdaderamente importante es que no mezcles diferentes fuentes de luz. Cada tipo de iluminación tiene una temperatura de color diferente. Y aunque muchas cámaras realizad el balance de blancos automáticamente, si las mezclamos, los colores quedarán distorsionados, tirando a anaranjados o azulados.
2. La escena
Presta atención no sólo a la comida que quieras mostrar, sino al contexto. Es decir, a todos los elementos que vayan a configurar la escena. Aquí, como en tantos otros aspectos de la vida, la norma de menos es más, funciona a la perfección.
Una escena llena de elementos nos va a distraer de lo más importante, pero tampoco podemos dejar a nuestro plato desamparado. Juega con un vaso, unos cubiertos, una servilleta, u otros elementos en segundo plano. Como norma general, elimina aquello que distraiga, y añade lo que realce tu plato.
3. Composición
No hay una regla fija en la composición de fotografías de alimentos. Aunque sí se deben respetar las normas generales para la fotografía, como la regla de los tres tercios – que aleja el punto de atención del centro de la escena -, o la regla de mirada, que deja el aire allí hacia donde mira o apunta el motivo a fotografiar. En general, no hay mejor consejo más que hacer pruebas y jugar con diferentes composiciones y con las líneas para guiar los ojos del espectador.
4. Punto de vista y foco
¿Dónde vas a situar la cámara? Si lo haces en el mismo plano resaltarás la altura de los elementos, si colocas la cámara por encima, formando un ángulo de unos 45 grados, conseguirás el punto de vista natural de un comensal sobre la comida. La toma cenital, cuando la cámara se sitúa exactamente en la vertical, por encima del plato, también ofrece imágenes muy interesantes, sobre todo para los paso a paso.
En cualquiera de los casos, lo que debes decidir es, ¿qué elementos me interesa mantener enfocados y cuáles no? Juega con el foco para centrar el interés en el punto y elemento que tú quieras dentro de la fotografía.
El área de la escena que aparecerá enfocado viene determinado por la profundidad de campo, que podremos controlar a través del diafragma y el tiempo de exposición. Cuanto más cerrado esté el diafragma, mayor será el área que permanecerá enfocada, pero también será mayor el tiempo de exposición necesaria, lo que nos puede obligar a usar trípode. Si no dominas la técnica fotográfica, sigue el método de prueba y error.
5. Rápido
Antes de hacer una foto culinaria, todo debe estar no sólo preparado sino bien pensado. De lo contrario, te arriesgarás a que los alimentos pierdan frescura, brillo, se marchiten, su color cambie. En definitiva, que lo que estaba fresco se vea lacio, y lo que estaba terso, se vea flojo y encogido. Un buen truco para evitarlo es utilizar un sustituto mientras montas la escena, iluminación, etc, y sólo en el último momento, poner el plato.
6. Trucos y mentiras
Cuando veas libros de cocina con fotografías maravillosas, y te preguntes, por qué a ti no te quedan igual tus fotos, piensa que, aparte de los equipos de profesionales que las han elaborado, en muchas ocasiones, el objeto fotografiado, no es lo que parece. Éste es un recurso muy habitual, sobre todo en publicidad.
Los helados, que se derretirían rápidamente con el calor de los focos, se hacen con otros materiales, como puré de patas coloreado. A las frutas se les aplica cera para dar sensación de frescor. También se logra brillo aplicando vaselina o parafina a los alimentos. Para que los platos humeen se ‘fabrica’ humo artificial, con hielo seco.
7. Dale un poquito de acción
Lo más habitual en fotografía culinaria son los bodegones. Es decir, una composición con los alimentos estáticos. Sin embargo, si le das un poco de acción a la escena puedes llegar a conseguir unas fotografías espectaculares. Vierte un líquido, deja caer un elemento, rompe un huevo, deja volar la harina. No es nada sencillo, ni limpio pero, ¡muy divertido!
Masterclass fotográfica
El fotógrafo Javier Peñas Capel ofreció en la Beca del I Campeonato de cocina de DEMOS LA VUELTA AL DÍA una Masterclass sobre la materia. Sigue sus consejos de experto, ¡y darás en el clavo!
Y después de todo esto, ¡ya no tienes excusa para enviarnos tus mejores recetas y elaboraciones! ¡Las estamos esperando!
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