Una regla en la hora de la comida es realizar un perfecto maridaje entre lo que vas a comer y el vino que vas a beber. Ésta no es una tarea sencilla, existen una gran cantidad de nuevos sabores fruto de la experimentación en la comida, de las nuevas tendencias, de los nuevos ingredientes de tal manera que incluso en ocasiones se realiza un adecuado maridaje con cierta dificultad.
A la hora de realizar un maridaje, es necesario evitar ser tradicionalista y probar nuevas combinaciones, ya hemos hablado en algunas ocasiones sobre los perfectos maridajes que se elaboran con tintos y pescados o con vinos blancos y carnes, pero no es este el caso. Se trata de encontrar un perfecto equilibrio entre la comida y el vino y el objetivo primordial es la complementación que realiza el vino con los alimentos que son servidos.
Nunca debemos seleccionar un vino que apague los sabores que nos confiere el plato, una comida que nos proporcione un sabor sutil y suave, nunca debería acompañarse de un vino de fuerte carácter como pudiera ser un cabernet sauvignon, de igual modo, tampoco se puede permitir que el sabor de la comida apague el sabor del vino, esta es la magia del adecuado maridaje. Pero, ¿cómo saber si hemos realizado una buena combinación?, una forma sería degustar un bocado de la suculenta comida y seguidamente probar un sorbo de vino y repetir un par de veces esta operación para determinar cuál de los dos sabores conferidos al paladar fue el que más tiempo permaneció en él. En el momento en el que tengas serios problemas para decidir o decantarte por uno u otro sabor querrá decir que has logrado un adecuado maridaje.
¿Cómo debe ser un vino?, debe presentar un adecuado equilibrio que se encuentre bien estructurado entre estos tres sabores, amargo, dulce y ácido. Cuando degustamos una copa de vino, estos tres sabores deben presentarse pero guardando armonía. Un dato, a pesar de que en distintos vinos nos proporcionan una nota de cata y nos indican que sabores pueden conferir a nuestro paladar, esto debe ser tan sólo una pequeña guía, ya que nuestro gusto dictaminará su verdadero sabor o por lo menos el que nos confiere a nosotros pues no es lo mismo que un vino sea catado por un experto catador que por un aficionado.
Nosotros somos simples aficionados en el mundo enológico, pero con muchas ganas de aprender y una cosa es verdad, a medida que nos adentramos en este mundo, nos estamos dando cuenta que cada vez nos cuesta menos elegir un vino que sea adecuado para un gran maridaje.
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