Cuando empecé a retirar la lactosa de mi dieta habitual, una de las cuestiones que más dudas generaban en mi entorno, y la que más preocupaba a mi familia, era la relacionada con los nutrientes derivados de los lácteos, especialmente el calcio.
El calcio es uno de los minerales más significativos en la alimentación del ser humano, esencial para formar y fortalecer los huesos y dientes, y además ejerce un papel clave en el funcionamiento del sistema nervioso. Una de las fuentes principales de calcio son los productos lácteos, pero ser intolerante a la lactosa no tiene por qué limitar nuestra ingesta diaria de este mineral.
Si uno investiga un poco sobre las propiedades de los distintos alimentos, puede sorprenderse al descubrir que son muchas y variadas las fuentes de calcio que tenemos a nuestro alcance.
Entre los productos animales destacan los mariscos y algunos pescados, sobre todo los azules como la sardina, mejor aún si se toman con las espinas. Tampoco hay que olvidar los beneficios del consumo regular de huevos, pues la yema concentra gran cantidad de nutrientes, entre ellos el calcio.
Pero el mundo vegetal también es una rica fuente de minerales. En general, el color verde intenso nos da una pista sobre cuáles son los productos que aportan más calcio, como el brócoli, el berro o las espinacas. A ellos se suman legumbres como los garbanzos y la soja, semillas y los energéticos frutos secos, especialmente las almendras y avellanas.
A toda esta variedad de alimentos podemos sumar los productos lácteos sin lactosa que podemos encontrar en el mercado, como la amplia gama que nos ofrece Kaiku. Destacan los quesos sin lactosa, ya que son los lácteos con mayor proporción de calcio por unidad de peso.
Como veis, disponemos de muchas opciones para enriquecer nuestra alimentación con una adecuada toma de calcio sin caer en la rutina. Si además le sumamos un poco de ejercicio cada día, conseguiremos mantener unos huesos fuertes y sanos durante todas las etapas de nuestra vida.
Liliana Fuchs es una joven murciana que se trasladó a Madrid después de licenciarse en Historia de arte. Hace años le detectaron intolerancia a la lactosa pero eso no ha impedido que siga disfrutando de una de sus pasiones, la cocina rica y saludable. Actualmente es editora en Directo al Paladar
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