Muchas personas en sus inicios en la cocina se han decantado por utilizar el arroz vaporizado, pues como bien mostraban en sus anuncios televisivos, es “el arroz que no se pasa”, y vamos a ver por qué.
La técnica utilizada en el arroz vaporizado se ha venido haciendo de forma improvisada y artesanal en Pakistán, India y Birmania, los antiguos pueblos asiáticos contemplaron que el arroz con cáscara mojado en agua y calentado y secado al sol, se conservaba mejor.
Actualmente esta técnica ha mejorado notablemente gracias una menor exposición al aire y al sol y al uso del vacío, además, el arroz vaporizado conserva y aporta más vitaminas que otros arroces. El vaporizado se obtiene tras someter al arroz con cáscara a un remojo de 60º C y a continuación, a una fuerte presión de vapor, así se elimina una buena parte del almidón, conservando vitaminas y sales minerales que los arroces tradicionales pierden durante su pulido.
En el uso culinario el arroz vaporizado también tiene ventajas, una de ellas es la ya conocida, no se pasa, no se pega y los granos quedan sueltos, resultando siempre un arroz en su punto más apetecible. Pero además, este tipo de arroz no absorbe tantas grasas como el arroz normal, ya que su tratamiento provoca una gelatinización del almidón externo disminuyendo la penetración de los condimentos grasos.
Nosotros consumimos todo tipo de arroces dependiendo de la receta que queramos elaborar, y en algunas ocasiones nos habían comentado que el mejor era el arroz tradicional, ahora sabemos que no, que este arroz de grano dorado y fino nos aporta más vitaminas del grupo B, en minerales y además es más digestivo.
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