Desde que le echo esto al puré de patatas ya no lo hago de otra manera: es casi adictivo

Extraña es la persona a la que no le guste el puré de patatas, desde el más tradicional a versiones más sofisticadas como el aligot francés, o el puré de patatas con cebolla caramelizada. Más espeso o más cremoso, incluso el instantáneo tiene muchos fans y es perfecto para servir con salsas y guisos. Pero desde que probamos en casa una idea que encontramos por las redes ya no ha habido vuelta atrás y nos encanta casi como plato solo para picotear.

No es un truco mágico viralizado en TikTok ni tampoco ningún ingrediente exótico. De hecho, ni podríamos llamarlo ingrediente. El producto en cuestión que eleva el puré de patatas a otro nivel son patatas fritas de bolsa, las patatas chips comerciales de toda la vida.

La experta culinaria Sam Block compartía el truco en America's Test Kitchen y no podría ser más sencillo: una vez tienes tu puré de patatas listo, añade una cantidad indeterminada de patatas chips machacadas o trituradas. Aquí empieza el juego de posibilidades, pues el grosor y la cantidad la podemos ajustar al gusto, así como el sabor concreto de las patatas fritas.

No se trata de meter enormes tropezones al cremoso puré, sino de darle un poco de textura con un ligero contraste crujiente mediante trocitos salados y sabrosos de patatas, coronando el mismo con piezas un poco más gruesas. La forma más fácil es usar un procesador de alimentos, robot o picadora, con cuidado de que no queden pulverizadas, pero resulta más terapéutico meter un puñado de patatas en una bolsa de cierre zip y golpearlas con un rodillo.

Puedes empezar a experimentar con tus patatas fritas favoritas, un sabor clásico de toda la vida tipo churrería, o directamente probar con patatas de sabores que le den más vidilla y sabor al puré, algo neutro y soso por sí mismo. Barbacoa, pimentón, cebolla o vinagreta son sabores que combinan especialmente bien con el puré de patatas.

Hay que echarlo justo al servir, eso sí, y con chips frescas, nada de sobras rancias, pues la gracia del asunto es que enriquezcan el puré con su textura crujiente y máximo sabor. Simple y casi adictivo.