Cuando me dejan suelta en establecimientos de esos que no venden lo que se encuentra en una gran superficie al uso, me convierto en un peligro, ya que sucumbo con facilidad a ciertos estímulos. Uno de esos días descubrí al llegar a casa que había comprado hasta seis productos lácteos, entre leche ácida, yogur griego, cremes fraiches y demás fruslerías.
Así que en una de mis últimas y secretas excursiones, llamaron mi atención unos tarros de conserva con unas etiquetas muy bien diseñadas, distintas a lo ya visto: ni logos de marcas conocidas, ni cuadritos blancos y rojos en pretendidas recetas de la abuela. Y cuando enfoqué mis ojos en los tarros, descubrí que el buen rollo que desprendían los grafismos venían de la mano de Jamie Oliver, artífice de las salsas. Esto tengo que probarlo, me dije a mí misma, y casi me contesto y todo, cosas del entusiasmo.
Las salsas envasadas gozan de mi irregular aceptación. Así como un tomate frito puede resultarme aceptable siempre que cumpla unos requisitos, a día de hoy no ha habido pesto envasado al que haya dado mi aprobación. Prefiero trabajarlo en casa, con las hojas recogidas de mis macetas a poder ser.
Desde las etiquetas se ofrece una correctainformación nutricional, que nos da a conocer las calorías y porcentajes de azúcares, grasas, saturados y sal, así como la composición de las mismas, y podemos saber que están producidas en Italia. Tomate y albahaca (tomato & basil), pesto de limón, parmesano y rúcola (rokcet, lemon & parmesan) y tomate ajo con chilli (garlic & chilli). Estas son las tres salsas que llegaron a casa. Y estos son los resultados de su degustación.
Tomato & Basil Classic
Antes de abrir el bote leemos la etiqueta y así podemos ver que la salsa lleva un 65% de pulpa de tomate, un 18% de salsa de tomate y el resto del porcentaje dividido en zanahoria, cebolla, aceite de oliva virgen extra, albahaca, azúcar y sal. Ni rastro de conservantes ni colorantes. Buen comienzo.
Al destapar el tarro se desprende un aroma muy fresco y puro a tomate con una buena presencia de albahaca. En la boca apreciamos una textura fina pero en la que se pueden encontrar pequeños trozos de tomate, lo que la hace muy agradable, similar a la casera y fácil de comer.
El sabor tiene una ligera acidez, propia del tomate, moderada por una pequeña cantidad de azúcar. Sabe a albahaca en una justa medida, ambos sabores están muy bien equilibrados. Aunque se vende como salsa para pasta, la probamos en primer lugar con unas albóndigas suecas, servido a modo de coulis. Las albóndigas sirvieron como una buena excusa para untar la salsa, y el plato se vió enriquecido y animado con este sabor. Mezclada con pasta el resultado es igualmente bueno, pudiendo pasar por una salsa hecha en casa si nos deshacemos astutamente del tarro. A repetir cuando haya ocasión.
Roket Lemon & Parmesan Tangy
Este es un pesto diferente y con una composición algo más compleja que la salsa de tomate y albahaca, comenzando por un 28% de rúcola, un 4% de parmesano y un 4% de jugo de limón. Sorprende la utilización de aceite de girasol además de aceite de oliva virgen extra. Además del parmesano también lleva grana padano y pecorino. Por parte de los frutos secos, lleva avellanas, castañas de cajú y nueces. El vinagre de vino blanco nos advierte de la presencia de sulfitos y el ácido láctico funciona como corrector de acidez.
Ignoro si la rúcola funciona bien en un pesto hecho en casa, espero comprobarlo en breve, pero en este caso no aporta ni la mejor de las texturas ni el mejor sabor. Se trata de una salsa áspera en la que el interesante sabor picante de la rúcola se disfraza con un punto de limón que no le favorece. Es el mal de todas las salsas envasadas preparadas a base de hojas frescas.
Chilli & Garlic Ultimate
La salsa de guindillas Chilli & Garlic Ultimate, leva pulpa de tomate, aceite de girasol, un 11% de guindillas, un 9% de ajo, concentrado de tomate, almidón de maíz, pasta de anchoas, harina de algarroba, orégano y ácido cítrico como corrector de acidez.
Su aspecto es apetitoso y de un color intenso entre rojo y anaranjado. La textura es espesa, y tras el primer contacto con el paladar descubrimos un sabor agradable pero muy picante, lo que nos sitúa ante un mojo solo para para amantes del picante extremo que se debe consumir en pequeñas dosis, acompañando carnes, patatas, arroces, etc… o como ingrediente complementario de mayonesas, sopas u otras salsas.
En Directo al Paladar | Buey de Kobe. Degustación
En Directo al Paladar | Bayas del goji, propiedades nutricionales y degustación