La temporada de jínjoles o azufeifas, un fruto muy típico en la zona mediterránea, es muy corta y hay que aprovecharla. Además de ser un fruto delicioso para tomar tal cual, en esta ocasión nos sirve para dar un toque diferente a este bizcocho de yogur con jínjoles.
Las diferentes texturas del jínjol, más duro y crujiente si está en su punto o más blando y aromático si está maduro, nos permiten jugar a nuestro gusto. Este bizcocho se puede preparar también con cualquier otra fruta de temporada, o con frutos secos al gusto.
Precalentar el horno a 180º C y forrar o engrasar un molde rectangular de tipo plumcake. Disponer en un recipiente los huevos con el yogur, el azúcar, el azúcar vainillado, el aceite de girasol y el licor o zumo. Batir todo bien con unas varillas.
Tamizar en otro cuenco más grande la harina con la levadura, el bicarbonato y la sal. Formar un hueco y echar la preparación anterior. Trabajar todo junto con una espátula o unas varillas hasta conseguir una masa homogénea, sin grumos secos.
Echar en el molde, igualando la parte superior. Repartir por encima los jínjoles troceados sin el hueso y espolvorear un par de cucharadas de azúcar moreno. Hornear durante unos 45 minutos, hasta que al pinchar en el centro con un palillo salga limpio.
Con qué acompañar el bizcocho de jínjoles
Este bizcocho de yogur con jínjoles podemos degustarlo como postre o a la hora del desayuno y de la merienda. Tiene un sabor y un aroma que me recuerda estos días finales del verano y de las vacaciones, y nos prepara ya el ánimo para la cocina otoñal. Delicioso con café, leche o un té, frío o caliente.