No es muy habitual ver a la batata o al boniato convertidos en protagonistas dulces de nuestra cocina. Sin embargo, hay recetas muy curiosas que son igualmente tradicionales y que tienen como protagonista a este tubérculo.
Algo que sucede con las truchas de batata, a pesar de lo que su nombre pueda parecer, no tienen nada que ver con el pescado, ya que son un emblemático postre de las Islas Canarias especialmente popular durante las fiestas navideñas.
Estas empanadillas dulces, rellenas de un cremoso puré de batata, almendra molida y pasas don un verdadero homenaje a la tradición culinaria canaria. Crujientes por fuera y con el relleno suave, las truchas de batata son una muestra de cómo podemos hacer verdaderas exquisiteces con ingredientes muy simples.
Sencillas, fáciles y muy caseras, la clave de las truchas de batata está en cocinar bien el boniato para que quede suave y tierno, machacándolo luego a conciencia, y conseguir el equilibrio entre la parte crujiente de exterior y el jugoso relleno.
Con qué acompañar las truchas de batata
Recomendamos acompañar este postre con bebidas que complementen sus sabores dulce y especiados, como por ejemplo una copita de vino dulce canario. También, sencillamente, con un buen café a mano se podrían convertir en la sobremesa perfecta.
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Lo primero que haremos será pelar la batata y cocerla en agua hirviendo hasta que quede tierna. Mientras tanto prepararemos la masa mezclando la harina, la levadura y el anís en grano. Por otro lado, mezclaremos el vino blanco con el aceite.
A la mezcla de vino agregaremos la mezcla de harina y lo haremos por tandas, mientras removemos y amasamos hasta que todos los ingredientes queden bien integrados. Hacemos una bola con la masa y la dejamos en un cuenco.
Para preparar el relleno escurriremos la batata y la macharemos con un tenedor. Agregaremos el azúcar y mezclamos. Añadimos después la almendra molida y la canela, y removemos de nuevo. Incorporamos entonces las pasas y removemos de nuevo.
Enharinamos la superficie de trabajo, estiramos la masa con ayuda de un rodillo, y cortamos la masa con ayuda de un molde redondo.
Ponemos una cucharadita del relleno en el centro de cada círculo de masa, cerramos la empanadilla, y sellamos los bordes con un tenedor pequeño. Repetimos el proceso hasta terminar con la masa.
Calentamos aceite de girasol en una cazuela, y freímos las empanadillas por tandas hasta que queden doradas por ambos lados. Las dejamos escurrir sobre un plato forrado con papel absorbente, y espolvoreamos con azúcar glas antes de servir.
