Estas rústicas pastas no tienen casi azúcar pero cuesta un poco bautizarlas como "saladas" por el sabor dulzón natural que aporta la combinación de avena, alforfón y el toque de avellanas. Eso las convierte en unas galletas muy versátiles para tomar a cualquier hora, pero sin duda son un bocado idóneo para acompañar una buena selección de quesos, patés o embutidos de picoteo.
Si empleamos copos de avena certificados sin gluten es una receta apta para celíacos -teniendo en cuenta estas salvedades que explican nuestros compañeros de Vitónica-, con una textura granulosa que se deshace fácilmente en migas precisamente por la falta de elasticidad que proporciona el gluten de otras harinas.
Aunque hemos adaptado ligeramente la receta original, responden al formato típico de las típicas biscuits británicas, crujientes y que admiten diversas formas de personalizarlas: con semillas, comino o alcaravea, otras especias, diferentes frutos secos, etc.
Precalentar el horno a 180ºC con calor arriba y abajo, sin aire. Preparar una bandeja con papel de hornear. Triturar en un procesador de alimentos o robot la avena, la harina de trigo sarraceno, el azúcar, el bicarbonato y la sal, sin pulverizar del todo.
Añadir la mantequilla fría troceada y pulsar brevemente el robot para incorporarla en tandas muy cortas, hasta formar como unas migas. Añadir el agua poco a poco sin dejar de triturar o mezclar hasta lograr una masa suave y maleable, pero no pegajosa en exceso. Quizá no necesitemos todo el agua.
Cuando se despegue de las paredes, llevar a una superficie plana cubierta con papel de hornear antiadherente, compactar con las manos, poner otra capa encima y estirar con rodillo dejando un grosor de 4-5 mm. Recortar galletas redondas, reamasar los restos y continuar hasta terminar.
Disponer las galletas en la bandeja preparada, pincelar con agua y añadir encima las avellanas picadas y algo de pimienta molida, presionado ligeramente. Hornear durante unos 18-20 minutos y enfriar sobre rejilla.
Con qué acompañar las galletas saladas
En la fuente original de esta receta de galletas saladas recomiendan acompañar las pastas con queso suizo gruyère, moras frescas y vino de Oporto. Partiendo de esa base, podemos cambiar el lácteo por otro queso similar que nos guste, por ejemplo un semicurado de cabra o un curado más añejo de oveja, como el manchego, incuso algún cremoso más graso como la torta del Casar o una alternativa vegana. Si somos indecisos, nada como montar una buena tabla de quesos, añadiedo fruta fresca y algo ácida, como frambuesas y uvas, o incluso mermeladas caseras.
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