Ya sabéis que me encanta el conejo al ajillo, un plato simple y tradicional que cuando preparo con esta receta me transporta a mi infancia. Para cuando hagáis conejo al ajillo, aquí tenéis media docena de trucos para hacerlo rico y jugoso para que siempre triunféis con este plato tan nuestro.
Ya tenéis la receta infalible de conejo al ajillo, pero ahora quiero daros las claves para que siempre que lo preparéis os quede perfecto, bien jugoso, dorado por fuera, con un sabor intenso y sin mucha grasa, con una buena salsa y que sea fácil de comer.
Seis claves para hacer el conejo al ajillo rico y jugoso
Estas son las claves para conseguir una receta tradicional de conejo al ajillo con la que sorprender a todos:
1) Pide trozos pequeños al comprar el conejo
Si es posible, pide que te troceen el conejo para cocinar al ajillo. El carnicero tiene buenos cuchillos y podrá cortar todas las tajadas de tamaño similar. Yo pido que también me troceen las patas, pero hay quien prefiere dejarlas enteras.
Al trabajar con trozos pequeños, bastará con dorarlos después en su exterior para que estén suficientemente cocinados y tiernos, por lo que no los cocinaremos mucho, evitando así que las tajadas de conejo queden resecas.
2) Confita seis o siete dientes de ajo en aceite de oliva
Pon una cazuela con un dedo de aceite de oliva virgen extra y usala para confitar los dientes de ajo. Puedes hacerlo con los dientes fileteados o enteros.
Al cocinarlos con esta técnica, los dientes de ajo te quedarán blanditos, perderán parte de su potencia y perfumarán el aceite de oliva, de forma que cuando después salteemos las tajadas, éstas quedarán en su punto, con el sabor a ajo que tomarán del aceite.
3) Pasa los trozos de conejo por harina tras salpimentarlos
Sazona las tajadas de conejo pero, antes de freírlas, pásalas por harina. Al actuar de esta forma, conseguiremos formar una pequeña costra crujiente en el exterior que atrapará en la medida de lo posible los jugos de esta carne, manteniendo el conejo bien jugoso.
Además, cuando añadamos los líquidos al cocinar la receta del conejo al ajillo, la harina ayudará a que la salsa quede bien trabada.
4) Dora bien los trozos pero siempre en aceite muy caliente
Se trata de que los trozos de conejo tengan un aspecto apetecible pero no queremos pasarnos de cocción o el conejo al ajillo te quedará reseco. En la misma sartén donde has aromatizado el aceite confitando los dientes de ajo, fríe a fuego vivo las tajadas de conejo hasta que se doren por fuera.
Si has pedido trozos de tamaño regular, la operación no te llevará mucho tiempo pero merece la pena detenerse en el proceso para conseguir un resultado bien apetecible.
5) Rebaja un poco el sabor con limón o con vino blanco
Medio zumo exprimido o un poco de vino blanco son perfectos para rebajar un poco la potencia del sabor del conejo al ajillo, matizando su sabor con tonos ácidos. Además, ese líquido añadido al aceite ayuda a ligar una salsa que queda ligada y cremosa, llena de sabores de los ingredientes que la integran, ajo, limón, vino, conejo... (Prepara pan)
Para terminar la receta, agitamos la cacerola con el conejo al ajillo, agarrándola por las asas y dando movimientos circulares hasta tener que prácticamente no quede líquido y veamos cómo la salsa terminada va envolviendo las tajadas de conejo al ajillo.
6) Prepara una guarnición inolvidable
Si hay una guarnición ideal para el conejo al ajillo, seguro que estarás de acuerdo conmigo que la mejor es la de las patatas a lo pobre. Prepara un complemento ideal para esta receta casera y tradicional friendo a fuego lento patatas, pimiento verde y cebolla, y sirvelas en una fuente junto al conejo al ajillo. Nadie se podrá resistir.
Con esta media docena de trucos para que te quede rico y jugoso, la próxima vez que hagas la receta de conejo al ajillo, estamos seguros de que te quedará deliciosa, a la altura de las expectativas. No dejes de probar estos trucos y, si te sabes algún otro, cuéntanoslo en los comentarios.
En Directo al Paladar | Conejo al ajillo. Receta tradicional
En Directo al Paladar | Conejo al ajillo. La receta que te transportará a tu infancia