Este pollo al vino dulce era una de las recetas clásicas en casa de mi madre y una de mis preferidas cuando era niña. Después, ya en mi propia casa, lo he hecho infinidad de veces ya que además de estar buenísimo no tiene ninguna complicación y se puede improvisar con un par de cosas que casi siempre tenemos en casa.
El cocinar en pollo con una bebida, alcohólica o no, es de lo más común en nuestra cocina, así tenemos el pollo a la cerveza, a la coca cola o al vino tinto, pero en mi opinión el vino dulce le da un toque especialmente rico. Podéis usar el vino que tengáis en casa, un Moscatel, un vino de Málaga, un Pedro Ximénez o cualquier otro. El resultado final variará en función del vino empleado, pero siempre estará delicioso.
Cubrimos el fondo de una cazuela baja con aceite de oliva, lo ponemos al fuego y freímos los piñones hasta que estén dorados, los sacamos y reservamos. En el mismo aceite doramos por tandas los trozos de pollo, los sacamos y los reservamos en una fuente.
Partimos la cebolla en tiras y la freímos a fuego medio en la misma cazuela hasta que esté dorada, añadimos el pollo y el vaso de vino dulce, sazonamos con sal y pimienta, tapamos y dejamos cocer a fuego lento durante una media hora, si vemos que el caldo se ha consumido demasiado podemos añadirle un poco de agua, aunque tampoco ha de quedar muy caldoso. Un par de minutos antes de apagar el fuego añadimos los piñones.
Con qué acompañar el pollo al vino dulce
El acompañamiento ideal de este pollo al vino tinto son unas patatas fritas, pero si queréis reducir las calorías acompañadlo de una ensalada de tomate y lechuga sin muchas complicaciones.
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