En España se hacía gazpacho antes de que llegara el tomate y nos gusta seguir variando hoy en día la receta andaluza aprovechando otros productos de temporada que nos regala la huerta en verano. Porque no hay nada que apetezca más en plena canícula que una sopa cremosa bien fría, ligera pero sabrosa, refrescante y saludable que además sea facilísima de preparar.
Por eso el gazpacho de calabacín es una de nuestras variantes preferidas, perfecto para dar salida a los espléndidos calabacines de temporada que llenan los huertos estos meses y que están mucho más ricos y baratos que el resto del año. Una hortaliza que, a diferencia de la berenjena, se puede comer cruda sin problemas y así aprovechamos más sus vitaminas, fibra y toda el agua que contiene.
Para hacer un gazpacho de calabacín en cinco minutos no tienes más que trocear unas tres o cuatro ejemplares de tamaño medio, sin pelar y bien lavados, y triturarlos con un robot o batidora junto con medio pimiento verde italiano, medio pepino, media cebolla o cebolleta -opcional- y un diente de ajo. Puedes añadir también una manzana verde si quieres darle un toque ácido más fresco, y un buen chorro de zumo de lima o limón.
Nos gusta además agregar un poco de miga de pan duro remojada previamente o directamente miga de pan fresco, aunque a veces, si hay en casa, lo sustituimos por aguacate maduro que suma más nutrientes y cremosidad. Solo queda jugar con el aliño al gusto, añadiendo vinagre y aceite de oliva virgen extra en hilo mientras batimos, para emulsionar, y corregir de sal y pimienta. También gana mucho triturando todo con unas hojas frescas de albahaca.
Corregir la textura final es fácil si está muy denso echando agua fría, emulsionando todo bien, o triturando directamente la mezcla con unos hielos. Puedes servirlo con tomatitos troceados, pimiento picado, huevo duro o jamón, queso, unas semillas o frutos secos, los típicos picatostes... como cualquier gazpacho.
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