No es Dinamarca un país donde, precisamente, abunden las grandes ciudades en términos cuantitativos. O no tanto como para no considerar reseñable que haya una ciudad que, a pesar de contar con apenas 17.000 habitantes, esté creciendo poblacionalmente a un ritmo del 25% anual.
No es una casualidad. Su nombre es Kalundborg y está situada en la costa occidental de la isla de Selandia (situada entre el estrecho de Kattegat y el mar Báltico) y encajonada entre fiordos que desde hace siglos han lucrado a la industria naval danesa, tanto como para que la ciudad, fundada en el siglo XI, fuera conocida por sus astilleros y por su refinería de petróleo.
Sin embargo, Kalundborg no está de moda por sus astilleros, que hace tiempo que no trabajan con la misma fuerza. Tampoco, incluso, por ser el hogar de la mayor central eléctrica de carbón de todo el país. Tampoco, incluso, por ser una ciudad pionera en lo que se denomina simbiosis industrial, con la que se pretende reducir el impacto medioambiental de industrias altamente contaminantes.
Kalundborg está de moda por ser el epicentro de la empresa farmacéutica Novo Nordisk, a la que el éxito reciente de Ozempic, nombre comercial de la semaglutida, ha puesto en el candelero a unos niveles impensables.
De aquí sale buena parte del Ozempic que se receta y prescribe en el mundo, además de Wegovy, el otro fármaco con semaglutida que Novo Nordisk fabrica y que, como sucede con Ozempic, ha vencido las barreras de los tratamientos originales contra la diabetes para convertirse en un elemento contra la obesidad.
Aquí, en una ciudad marinera que en el siglo XI albergó una leprosería, ahora se asienta un potentísima industria farmacéutica que dio sus primeros pasos en Kalundborg en el año 1969, cuando Novo Nordisk instala aquí.
Tiene nombre propio y cifras, muchas. Se estima que el valor empresarial de Novo Nordisk es superior a los 500.000 millones de dólares. No es una cifra pequeña precisamente, menos aún teniendo en cuenta que en plena efervescencia del fenómeno Ozempic, la compañía tuvo un beneficio neto de 11.225 millones de euros en 2023, aupado por este par de medicamentos. En volumen de negocios, además, supuso crecer un 51% respecto al año anterior.
Cifras abismales que, como es evidente, están transformando Kalundborg y convirtiéndolo en una especie de meca laboral. No solo para ingenieros, farmacéuticos, químicos y perfiles técnicos, sino también de industrias alternativas que, como es lógico, también suponen un incremento de la oferta de ocio para una ciudad que apenas se ubicaba en el mapa, como cuenta BBC Mundo.
Novo Nordisk ha planteado una inversión de 6.160 millones de euros para aumentar su producción en Kalundborg, además de en la planta que tienen en Estados Unidos, ubicada en la ciudad de Clayton, en Carolina del Norte, donde también procesan semaglutida.
Una oportunidad laboral de alta cualificación
Con estos mimbres, Novo Nordisk se ha convertido en una gallina de los huevos de oro que, como es lógico, está atrayendo talento. Son alrededor de 2.500 los trabajadores, como admiten fuentes de la propia empresa, los que trabajan ya en Kalendborg, pero las intenciones para el período 2027-2029, cuando esté prevista la finalización de las obras, es emplear a otros 1.000 trabajadores más.
Profesionales, en términos generales, de alta cualificación que contribuirán, sobre todo, a mantener el estatus de Novo Nordisk como referente mundial en la producción de medicamentos para la diabetes. Además de la semaglutida, Novo Nordisk produce alrededor del 50% de la insulina mundial.
Un pico, quizá nunca mejor dicho, que ha hecho a la compañía una de las más exitosas dentro del sector de la farmaindustria y que comenzó en el año 1923 con el nombre de Nordisk Insulinlaboratorium, únicamente orientada a la producción de insulina, y que en el año 1969 se instalaría en Kalendborg, donde actualmente se encuentra la mayor de sus plantas y de la que miles de personas, tanto diabéticos como obesos, dependen más de lo que creerían.
Y todo ello surge de un pequeño pueblo marinero en un fiordo danés que hunde sus orígenes en un monasterio franciscano y una leprosería en el siglo XIII.
Imágenes | Destination Sjælland / Facebook Kalundborg Kommune / Kalundborg Kommune