El mar es el denominador común de los pueblos costeros del País Vasco. Sin embargo, muchas de las localidades del litoral vasco, ya sea en Guipúzcoa o en Vizcaya, no solo presumen de ese corazón pesquero, sino también de siglos de historia que se han forjado en txalupas y galeones.
Algo que sucede en Mutriku, el pueblo guipuzcoano al que hoy nos referimos. Muy cercano al límite con Vizcaya, esta pequeña localidad marinera de apenas 5.000 habitantes es el hogar de grandes marinos de la historia de España como Antonio Gaztañeta, así como de Cosme Damián Churruca o Evaristo Churruca.
De la historia nobiliaria de Mutriku quedan remanentes en el pueblo, como sucede con distintas construcciones palaciegas como el Arrietakua o el Zabiel, así como la Casa Palacio de Montalivet. Relativamente parecido al no lejano Lekeitio —ya en la parte vizcaína—, Mutriku tiene parte de ese encanto monumental que ha sabido fusionarse con un carácter más humilde, donde se cambiaron los cañones de los galeones por las redes de pesca.
Declarado conjunto monumental en 1995, Mutriku es al mismo tiempo un compendio de calles medievales, estrechas y adoquinadas, que conviven con una colección de palacios de los siglo XV, XVI y XVII, en los que florecen las balconadas forjadas y las puertas blasonadas con los escudos de armas de los marineros que de aquí partieron.
De hecho, aunque parezca que la historia de Mutriku es más reciente, la realidad es que su fundación se encuentra en los primeros compases del siglo XIII. Gracias a su ubicación privilegiada entre un acantilado y una bahía natural, Mutriku creció como puerto defensivo en esta parte de la comarca del Bajo Deva.
El Mutriku palaciego
Referentes como el Palacio Arriekatua, que fue hogar de Antonio Gaztañeta y posteriormente de Cosme Damián Churruca, son imprescindibles en Mutriku. No solo llama la atención por su exterior, profusamente grabado y con detalles de las armas de los marinos, sino también porque en su interior se conserva intacto el mobiliario original, haciendo de su visita un auténtico viaje en el tiempo.
El Palacio Galdona, ubicado en la plaza Txurruka, es otro de los grandes atractivos del pueblo, aunque no se puede visitar interiormente. Sin embargo, sus blasonados y balcones forjados se cuentan entre los más impresionantes de la localidad. Como también sucede con el Palacio Zabiel (hoy Casa de la Cultura de Mutriku) o el Palacio Montalivet, cuyo exterior es igualmente sorprendente.
Aparte de ellos, hay otras singularidades históricas en Mutriku como la Torre Berriatua, uno de los pocos vestigios del gótico civil guipuzcoano, y que por su edificación en piedra sobrevivió al edificio de 1543. Más moderna pero también singular es la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo neoclásico. También, en los exteriores del pueblo, no debemos perder de vista el Conjunto monumental de Astigarribia, un barrio que fue clave en el Camino de Santiago y que está dominado por la Iglesia de San Andrés, erigida en el siglo XI, siendo uno de los pocos remanentes del románico en el País Vasco.
Y, además de todos estos encantos —por si fueran pocos—, Mutriku es también hogar de uno de los puertos más antiguos de todo el País Vasco, siendo además un pueblo perfecto para visitar en verano, pues tiene playas (como la propia playa Mutriku o la de Saturraran) y piscinas naturales que se colman gracias al oleaje del Cantábrico, por lo que ofrece casi en un mismo espacio la versatilidad del mar con el ambiente tranquilo de las piscinas.
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