El Parador dentro de un monasterio histórico en uno de los pueblos más bonitos de Madrid

La Comunidad de Madrid tiene también una serie de pueblos, de más o menos tamaño, que merecen una escapada por sí mismos

Parador De Chinchon
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A veces se peca de centralismo cuando se habla de Madrid, incluso en la capital, creyendo que todos los municipios de la Comunidad de Madrid son parecidos o que no tienen identidad propia. Por suerte, cualquiera que lea DAP y tenga un poco de inquietud comprobará enseguida que la Comunidad de Madrid tiene también una serie de pueblos, de más o menos tamaño, que merecen una escapada por sí mismos.

Algunos son mucho más que pueblos, como la icónica ciudad de Aranjuez, pero también hay municipios menos poblados que merecen una excursión como pueden ser los pueblos serranos como Guadálix de la Sierra, Patones de Arriba, Patones de Abajo o Rascafría.

Sin embargo, no sólo de altas cotas vive el turismo en la Comunidad de Madrid, sino también de sorprendentes pueblos de gran belleza en las vegas del sudeste como puede suceder con Chinchón, al que hoy nos dirigimos, y donde espera uno de los Paradores más emblemáticos de toda la red nacional.

Levantado en el siglo XV por Andrés Cabrera y Beatriz de Bobadilla, primeros señores de Chinchón, el monasterio de Nuestra Señora del Paraíso fue una de las piezas capitales del auge de esta ciudad durante los primeros compases de la Edad Moderna.

El Parador dentro de un monasterio

Convertido Chinchón en ineludible cruce de caminos en la ruta de la capital hacia el sudeste, la importancia de la ciudad y la relevancia de los marqueses de Moya —otro de los títulos que ostentó la pareja, así como sus herederos— hizo que esta localidad creciera, pues sus vegas y huertos ya eran bien conocidos por aquel entonces, siendo una zona especialmente rica para la agricultura. Motivo que también hizo que Cabrera y de Bobadilla fueran beneficiados por la reina Isabel la Católica —con la que estaban muy vinculados— en esta zona.

Parador De Chinchon 77 0 Parador de Chinchón. ©Antonio Garrido.

El monasterio sirve como Parador desde los años 1940, pero sus vidas previas han sido de lo más variadas. De hecho, lo que comenzó siendo un monasterio de monjes agustinos calzados iría mutando con los años. A primeros del siglo XVII el monasterio se trasladó, ya que se había quedado pequeño, a la calle Huertos, donde se construiría además la nueva iglesia de Nuestra Señora del Rosario, hoy en pie y uno de los símbolos de Chinchón.

No obstante, debido a la desamortización de Mendizábal, ya en el siglo XIX, el convento sería abandonado y mutaría. Primero en juzgado y posteriormente en cárcel.

Por fortuna, las remodelaciones del monasterio no fueron especialmente cruentas con los siglos. Si bien es cierto que se ha perdido buenísima parte de la decoración inicial, fuertemente influenciada por los finales del gótico y los primeros compases del Renacimiento, la estructura permanece en buen estado, incluyendo el claustro, que es la gran joya de la corona de esta edificación, aunque la mampostería no es la original en muchos casos.

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Dotado de árboles frutales y de un pequeño jardín, el claustro es un auténtico remanso de paz a apenas una hora de Madrid que, además, se complementa con la oferta del Parador y de su gastronomía, en el restaurante El Convento, donde comer platos de clara impronta castellana como asados y guisos, así como migas, casquería y bacalao, así como el cocido de taba —servido en el espacio El Bodegón—, que es un cocido madrileño que además tiene cangrejos de río.

Imágenes | Paradores / Antonio Garrido

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