La provincia de Almería se reivindica cada vez más como destino nacional para escapadas tanto de playa en verano como de turismo rural junto al mar, en un paisaje que dista mucho del frondoso y verde norte, pero que ofrece un entorno único lleno de riqueza natural, historia y cultura local por descubrir. No todo es Roquetas de Mar, Níjar o Mojácar, uno de sus pueblos más turísticos.
Y tampoco hay que irse muy lejos de los puntos más masificados para descubrir joyas con un encanto propio. En pleno corazón del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar se sitúa Rodalquilar, pequeña localidad y pedanía de Níjar separada apenas por 43 kilómetros de Almería capital. Una villa de paredes blancas, como tantas otras en la comunidad andaluza, pero con alma más minera que marinera.
Porque Rodalquilar floreció durante años a finales del siglo XIX al vivir su propia fiebre del oro gracias a la explotación de unas fructíferas minas en las que participaron empresas tanto nacionales como extranjeras. De las varias minas en activo que hubo hasta 1990, la llamada filón 340 fue la más destacada, llegándose a extraer de ella 5000 kilos de oro entre los años 1957 y 1966. Como curiosidad, en sus excavaciones se descubrió el mineral bautizado como rodalquilarita.
Existe un museo minero pero hoy las minas están en desuso, permaneciendo como parte de la identidad del pueblo y de la zona, trazando un paisaje peculiar que se puede visitar mediante rutas a pie o bicicleta, contemplado además el pequeño caserío fantasma de las viviendas donde residían los mineros, pendientes de un proyecto de rehabilitación.
La propia localidad de Rodalquilar merece ser recorrida con calma para desconectar entre sus bonitas casas de paredes blancas que además se convierten en un museo al aire libre cada junio con el festival de arte callejero Rodalquilarte. No es mala idea hacer coincidir nuestra visita con su celebración, o también con la feria local a finales del mismo mes o principios de julio que llenan las calles de festejos y delicias de la zona.
Lo que nadie se puede perder es su fabuloso Jardín Botánico del Albardinar, un vergel en mitad del desierto, cuyo acceso está escondido tras la vieja iglesia del pueblo. Con nueve hectáreas, forma parte de la Red de Jardines Botánicos de Andalucía y es un ejemplo único de equilibrio entre espacio natural y agricultura tradicional, un espacio donde conviven varios ecosistemas distintos con formaciones vegetales exclusivas de las zonas semiáridas peninsulares, donde se conservan especies vegetales y animales endémicas amenazadas.
Quien busque el mar solo tiene que acercarse al Playazo, una bonita y tranquila playa de arena fina dentro del Parque Natural Marítimo terrestre de Cabo de Gata-Níjar. Para llegar a ella se accede a través de un camino de tierra cercano al pueblo, y permite contemplar también los restos de la antigua fortaleza militar.
Así, en los alrededores del conocido como castillo de la Ermita, se conserva La Torre de los Alumbres, una antigua torre defensiva construida en el siglo XVI, la más antigua de todo el Parque, que defendía las minas de los ataques de piratas. En el extremo norte de la playa se alza la Batería de San Ramón, fortaleza de estilo renacentista cuatro cañones construida en 1764 para cuatro cañones.
Y para completar la visita de Rodalquilar merece la pena alejarse los apenas cinco kilómetros que lo separan del Cortijo del Fraile, hoy abandonado, pero que constituye la mejor representación de señorial de la zona. Como curiosidad, el lugar quedó inmortalizado por Federico García Lorca al situar aquí los hechos que relata en 'Bodas de Sangre'.
Imágenes | Oliver - Junta de Andalucía - VioletaC95