Sabores en Tiempos de Guerra: conoce en Barcelona cómo se vivía (y comía) en la Guerra Civil

Una ruta cerca de Barcelona traslada a los comensales a una selección de inesperados ingredientes de cocina de aprovechamiento

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Cualquier pasado no fue mejor, especialmente en lo relacionado con los conflictos y la escasez, como es el caso de la España de los años 40 y 50, en un escenario de posguerra.

Comer en aquel entonces no era un asunto fácil entre cartillas de racionamiento y pobreza generalizada en muchas regiones, así que la cultura gastronómica de aquel momento estaba reducida a cenizas como tantas otras cosas en el país.

Ahora, en la localidad de Subirats, en las barcelonesas montañas del Ordal, recuerdan cómo eran los ingredientes de aquella época para llevarlos a la memoria de quienes ya son demasiado jóvenes para entender a qué sabían aquellas décadas.

Este redescubrimiento de una cocina eminentemente de aprovechamiento se enmarca en la actividad Sabores en Tiempos de Guerra, con una edición el pasado octubre y este noviembre, y que se celebra cada tercer domingo de mes.

Se trata de  una actividad que combina memora histórica y comida que ofrece, según explican sus portavoces, “la oportunidad de vivir de cerca una parte de la historia”.

Esto es, “conocer la memoria histórica” de la comarca en la que se desarrolla -el Penedés- a través de varios centros de interpretación de la historia y también de la gastronomía de la época.

Por ello, este homenaje a la comida (por escasa y rústica que fuera) de aquel entonces se celebra durante unas seis horas, aproximadamente, y a partir de las 9.30 horas.

El homenaje comienza siempre en Subirats, donde se visita el Centro de Interpretación de la Última Defensa de Barcelona (CIUDEB). Este equipamiento museográfico analiza en profundidad los hechos ocurridos el 22 y 23 de enero de 1939 durante la contienda.

En concreto, siguiendo las líneas defensivas diseñadas por el general Vicente Rojo, los soldados republicanos construyeron fortificaciones a lado y lado de la carretera N-340 desde la localidad de Pago hasta el Ordal.

No obstante, el ejército franquista efectuó una maniobra de acorralamiento de las tropas republicanas, que pudieron resistir un par de días, antes de caer definitivamente la mayoría y pasar al exilio otras.

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Tortilla y olivas como desayuno

Tras visitar este espacio de memoria histórica, los asistentes desayunan entre viñas, las del Penedès, “tortilla con productos de temporada, pan de payés y olivas”, además de cava.

Después, la actividad se traslada a la localidad de Santa Margarida i els Monjos para la visita a otro equipamiento, el CIARGA, dedicado a la historia y el desarrollo de la aviación republicana en la Guerra Civil.

Para terminar (y con permiso del desayuno), empieza la verdadera experiencia gastronómica propiamente dicha con una visita al centro del municipio para disfrutar de lo que desde Turismo de la localidad han calificado como “menú de guerra”, con todo incluido por 36 euros.

El menú de guerra

Este menú de referencias históricas incluye un aperitivo a base de Sopa de tomillo, arenques, pan y uva. Esta propuesta remite a una época en la que era muy habitual este tipo de sopa, y este acompañamiento.

De hecho, esta receta procede de la cocina de reaprovechamiento del pan y de las verduras. Era una sopa que en muchísimos hogares se comía a diario y que muchos adultos de hoy en día seguramente detestan al haberla aborrecido.

En este caso, la sopa se sirve en una especie de vasito, y acompañándola va una tostada con arenques y un poco de uva encima de estos (esta segunda parte era una merienda muy habitual en la época).

Después, como primer plato o principal los asistentes prueban la Crema de guixes con botifarra negra. Se trata, en concreto, de una crema de leguminosas, que en aquella época se cultivaba abundantemente en España y que era parte esencial de la alimentación popular.

De aspecto parecido al garbanzo, las guixes se conocen como almortas y tienen una forma cuadrada. También se conocen como diente de muerto, alverjón, pito, pedruelo y muela, entre tantos otros, y fueron protagonistas de una leyenda negra al ser causantes de una severa enfermedad, el latirismo, cuando se consumían a diario y durante meses seguidos. En este caso se sirven puntualmente y acompañadas de un clásico de la tierra como es la botifarra negra.

Arreglo Comida Vino Alto Angulo

El segundo plato es Tocino de cuello con bacalao, otro plato de cocina de aprovechamiento que buscaba en aquella época proveer de la máxima energía y calor a los comensales a base de carne y pescado a la par. Por cierto, una carne y un pescado muy denostados entonces y que eran considerados más bien morralla.

El postre no puede ser menos emblemático: Pan con vino y azúcar y chocolate. Esta es una versión de lo que el popular largometraje Marcelino, pan y vino propugnó durante muchos años con su título tan sugerente.

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Lo cierto es que durante aquellos años el dulce que más se veía en los hogares españoles era este pan y vino con azúcar que comían hasta los niños, y que en algunos casos (más hacia adelante en el tiempo) tenía notas de chocolate.

Foto | CIARGA, Turisme Santa Margarida i els Monjos y Freepik

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