Un toma y daca en toda regla es el que llevan manteniendo varios meses la Unión Europea y China a costa de los aranceles que rodean al vehículo eléctrico. Tensiones económicas que apuntan a donde más duele a cada una de sus industrias, habiéndose convertido el boom del coche eléctrico chino en uno de los problemas a enfrentar por parte de la industria automovilística europea, que ve como coches más accesibles amenazan a uno de los sectores más importantes del Viejo Continente en términos de facturación y trabajo.
Se estima que el motor supone cerca del 8% del PIB de la Unión Europea, además de emplear a cerca de 13 millones de personas –tanto en empleos directos como indirectos– y, lo que es más importante, genera un superávit comercial en la balanza exterior.
Un delicado equilibrio que ahora empieza a tambalearse ante la irrupción de los coches eléctricos chinos, donde Europa ve con muchas reticencias que el mercado comunitario se pueda inundar de vehículos más competitivos que los que los productores europeos fabrican, pero ¿qué tiene que ver todo esto con un chorizo o con un queso?
Pues mucho, aunque sea, como vulgarmente se dice, comparar la velocidad con el tocino. Sumergidos en una guerra arancelaria de largo recorrido, la última batalla viene marcada desde China como respuesta a las intenciones comunitarias de gravar con aranceles más altos a los automóviles eléctricos chinos.
El gigante asiático contraataca así en una de las líneas de flotación más delicadas de las exportaciones comunitarias: el sector primario. Ya hace unos meses te contamos cómo China planteaba restricciones e impuestos a los productos del cerdo provenientes de Europa, lo cual sacude directamente al sector en España, cuyas ventas al mercado chino suponen un 20% del volumen de facturación total.
Ahora, además, China amenaza con cargar de aranceles a otra industria europea como es el sector de los productos lácteos, que llega inmediatamente como respuesta del pasado miércoles 21 de agosto cuando la Unión Europea ajustó los aranceles a los coches eléctricos chinos.
Todo ello habida cuenta de la queja que China planteó ante la Organización Mundial del Comercio, protestando por lo que consideran las políticas proteccionistas europeas de subvencionar los productos locales.
No es una cuestión menor. El 12% de los productos agroalimentarios de la Unión Europea van a parar al mercado chino, el tercero más importante para la Unión, solo después de Reino Unido y Estados Unidos. En este caso, no sería España el país más salpicado por la medida, pero afectaría, ya que para el sector español las ventas a China suponen cerca del 7% de las exportaciones.
Distinto cantar supondría para Irlanda, Austria e Italia, los países que más lácteos exportan al país asiático, donde los riesgos de un posible incremento de aranceles por parte de China sí tendría peores consecuencias.
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