MasterChef se acerca a su recta final, en la que se han decidido los seis semifinalistas. No ha habido grandes sorpresas: en un concurso en el que se prima la velocidad y la picaresca sobre el talento y la experiencia estaba claro quién sería el próximo eliminado. Bastante ha durado.
Pero no adelantemos acontecimientos. En la primera prueba, el jurado y el humorista Florentino Fernández, aspirante de la próxima edición de MasterChef Celebrity, han pedido a los aspirantes varios platos para picar a través de una tablet.
En la carta los jueces podían elegir entre platos y snacks como palomitas de maíz, steak tartar, hummus con crudités de verduras, ceviche de lubina, tacos al pastor, guacamole, cachopo, aros de cebolla... En definitiva, una barbaridad de platos.
Los aspirantes recibían las comandas en sendas tablets, en las que se indicaba, además, el tiempo en las que debían servirlas. Y tenían, claro, que hacer varias cosas al mismo tiempo.
Los concursantes la han pasado canutas, sobre todo Juani, que ha entrado en barrena. El jurado dudaba entre darle la victoria a Jose Mari y Ana, que empiezan a despuntar sobre sus compañeros, pero se la ha llevado esta última.
Homenaje a los sanitarios
En la prueba de exteriores, ‘MasterChef’ ha rendido homenaje a todos los profesionales y los voluntarios de la Cruz Roja que se han ocupado de proteger a las personas más vulnerables durante la pandemia.
En la sede de El Plantío de Cruz Roja, en Madrid, los equipos han tenido que elaborar 150 comidas solidarias que la organización ha hecho llegar a las familias necesitadas.
En esta ocasión, el menú, de cuatro platos, ha sido diseñado por Carlos Maldonado, ganador de MasterChef 3. Estaba compuesto por una ensaladilla rusa, con mayonesa de ras el hanout; callos con bacalao a la madrileña; caldereta de cordero y, de postre, arroz con leche con dorayaki de carillas, las típicas judías de la zona de Talavera.
Lorenzo Caprile, voluntario de Cruz Roja, ha estado en el cocinado regañando de forma bochornosa a los aspirantes.
En esta ocasión, los grupos se han configurado mediante una subasta, en la que Ana y Jose Mari, ganadores de la primera prueba, han gastado minutos de cocinado por trabajar junto a uno u otro aspirante. Aunque ambos equipos han ido demasiado justos de tiempo, por solo 5 minutos más Ana ha cocinado con un aspirante menos, lo que, a priori, ponía a su equipo en clara desventaja.
Pero Ana sabía lo que hacía: pese a gastar mucho tiempo, ha estado con sus amigos Alberto y Luna, que han trabajado más compenetrados y bien dirigidos por Ana. Los tres concursantes se han convertido en los primeros semifinalistas del programa, a los que se ha unido Jose Marí que, nada más ver la última prueba, ha decidido usar el pin de inmunidad que venía arrastrando medio programa.
Una rosa es una rosa, menos cuando no lo es
Andy, Juana e Iván han tenido una última oportunidad para salvarse de la eliminación y convertirse en semifinalistas. La pastelera Valentina Lorieto, ex jefa de pastelería del restaurante San Pol de Carme Ruscalleda y directora de Foodlona, ha visitado el programa para presentar una de sus creaciones.
El postre en cuestión estuvo en la última carta de Sant Pau, antes de su cierre, formado por una rosa compuesta varias elaboraciones de fresa: una mousse, un interior de frutos rojos y unos pétalos de chocolate. Los aspirantes tenían que replicar el postre en 100 minutos, siguiendo la compleja receta.
Desde el inicio del cocinado, mientras Iván y Andy cocinaban bastante concentrados, Juana parecía ir como pollo sin cabeza. Poco a poco todos iban cometiendo errores, porque el postre era muy complejo, pero la septuagenaria no iba a librarse de la quema: no ha logrado completar ni una de las elaboraciones.
Los seis semifinalistas del programa son, por tanto, Iván, Andy, Jose Mari, Alberto, Luna y Ana, aunque estas dos últimas comenzarán el próximo programa con el delantal negro, por dar pistas a Andy durante el cocinado. ¿Por qué les pasa esto todos los años? Respuesta: porque son incapaces de callarse.
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