Todavía quedan algunas jornadas para las vacaciones de verano y los grandes excesos que promueven los buffees libres de los hoteles y que nos hacen comer por los ojos sin control.
No obstante, pese a la distancia temporal que nos separa de aquel (aparentemente) maravilloso momento, es importante ir mentalizándose de la necesidad de no perder la cabeza, ya que después cuesta mucho recuperarse de este tipo de viajes a nivel físico.
Aunque lo primero que le viene uno a la cabeza es tratar de comérselo todo y dejarse guiar por el instinto más básico de almacenar al máximo de comida para lo que pueda pasar en tiempos de carestía, esa no es la actitud más inteligente, y es mucho más sabio tener una especie de estrategia para que el cuerpo aguante todos los días librándose de excesos que harán que le cueste más funcionar.
Pues bien, aunque lo más habitual es dejarse fluir entre las diferentes paradas de estación fría, la estación caliente y los postres, lo más lógico es tener una cierta previsión de lo que se va a comer y no dejarse caer por todas las mesas.
Elegir estratégicamente
No se trata de hacer dieta en plenas vacaciones, pero sí de establecer un cierto límite físico por parte de nuestro un estómago a todo aquello que vamos a engullir: habrá que elegir un tipo de primeros, por ejemplo una sopa fría o una ensalada, renunciando por ejemplo a las pastas. Asimismo, en lugar de probar todos los segundos, será mejor decantarse por uno: por ejemplo pescado o carne y no tratar de llevárselo todo a la boca.
En el caso de querer probar aparte alguna de las elaboraciones del bufé hay que moderar las raciones y que el plato no sea más grande de las cantidades diarias recomendadas.
A este respecto, son numerosos los expertos y nutricionistas ofrecen siempre las mismas pautas para una alimentación saludable. Son las que proponen en consulta: estas consisten en que cada grupo de alimentos se represente equilibradamente en el plato y que haya variedad en lo que se come cada día.
Si se siguen estas pautas no es necesario hacer dieta o amargarse, sino que será sin darse cuenta que uno estará comiendo equilibradamente. Básicamente, estas pautas pasan por que la mitad del plato esté ocupado por verduras, cocidas por ejemplo al vapor, que un cuarto tenga proteínas de calidad (como las que tienen la carne o el pescado y también las legumbres) y otro cuarto sea de hidratos de carbono a base de productos de harinas integrales.
Todo lo que se salga de estos confines será de más y estará contribuyendo a que nos encontremos peor ya que nos cueste mucho más recuperarnos de las vacaciones o escapadas primaverales y veraniegas.
Fotos | Mrsiraphol en Freepik