El queso parmesano, conocido en Italia como Parmigiano Reggiano, es uno de los quesos más icónicos y apreciados en todo el mundo. Su sabor intenso, su textura granulosa y su versatilidad en la cocina lo han convertido en un ingrediente esencial en muchas recetas, desde un simple plato de pasta hasta sofisticadas preparaciones gourmet. Originario de las regiones italianas de Parma, Reggio Emilia, Módena y parte de Bolonia y Mantua, este queso se produce siguiendo métodos tradicionales que datan de hace más de 800 años.
El proceso de elaboración del Parmigiano Reggiano es un arte en sí mismo. La leche cruda de vaca, procedente de animales alimentados con hierba y heno, se coagula y se convierte en una pasta que se prensa y se envejece durante un mínimo de 12 meses.
Este largo periodo de maduración es lo que le otorga su característico sabor y textura. Con el paso del tiempo, el queso desarrolla su intensa umami, un gusto que lo distingue de otros quesos y que lo ha hecho merecedor de numerosos premios y reconocimientos a nivel internacional.
Sin embargo, a pesar de su dureza y resistencia, el Parmigiano Reggiano es un queso que puede estropearse si no se conserva adecuadamente, especialmente cuando se guarda en la nevera. Aunque pueda parecer contradictorio, un error común que muchos cometen al almacenar este preciado queso es mantenerlo envuelto en la lámina de plástico con la que se entrega en la charcutería. Este descuido, aunque parece inofensivo, puede arruinar rápidamente una pieza de queso que podría haber durado mucho tiempo si se hubiera conservado de manera correcta.
La razón detrás de esto es la humedad. A pesar de ser un queso duro, el Parmigiano Reggiano es susceptible a los efectos del exceso de humedad. Cuando el queso se guarda envuelto en plástico, la humedad se acumula en su superficie, creando un ambiente propicio para el desarrollo de moho y otros microorganismos que pueden estropear el producto. El moho, aunque a veces es parte natural de algunos quesos, no debería aparecer en el Parmigiano Reggiano si se almacena correctamente.
Cómo guardar el parmesano en la nevera: los dos trucos
Para conservar el Parmigiano Reggiano de manera óptima en la nevera, es esencial dejar de lado el film transparente o cualquier otro tipo de envoltura plástica. En su lugar, se recomienda envolver el queso en papel parafinado o papel especial para quesos. Este tipo de papel permite que el queso respire, evitando la acumulación de humedad y, al mismo tiempo, protegiéndolo de los olores y sabores de otros alimentos en la nevera.
Otra opción efectiva es utilizar un paño de algodón limpio ligeramente humedecido con agua y escurrido, envolviendo el queso en él. Este método es particularmente útil si se tiene la intención de conservar el queso durante un periodo prolongado. El paño húmedo ayuda a mantener el queso hidratado sin promover la proliferación de moho, permitiendo que conserve su sabor y textura característicos.
También es importante considerar la ubicación del queso dentro de la nevera. El Parmigiano Reggiano debe guardarse en la parte menos fría del frigorífico, que generalmente es la zona de las verduras o en un compartimento especial para quesos si el frigorífico cuenta con uno. La exposición a temperaturas extremadamente bajas puede alterar la textura del queso, haciéndolo más quebradizo y menos agradable al paladar.
Para quienes prefieren comprar Parmigiano Reggiano en grandes cantidades, una práctica común es cortarlo en porciones más pequeñas y congelarlas. Si bien congelar el queso puede parecer una opción práctica, es importante tener en cuenta que este proceso puede alterar su textura, haciéndolo más granulado una vez descongelado. Por ello, es preferible consumirlo fresco y solo recurrir a la congelación en casos en los que no se pueda evitar.
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