El invierno invita a la cuchara y a entregarse a placeres tan sencillos y reconfortantes como las sopas. En DAP hemos hecho decenas de ellas, algunas tan famosas como la sopa de cocido, la sopa de ajo o la sopa de picadillo, pero difícilmente ninguna supere al carisma de la sopa de pollo.
De hecho, estas dos últimas se parecen bastante, pues añaden esa parte de proteína que además nos ayuda nutricionalmente y permite que el tropezón sea algo más generoso. Casi un dos en uno, podríamos decir, que además no tiene mucho misterio culinario.
Sin embargo, hemos encontrado una receta de Karlos Arguiñano que con un par de consejos de propina puede convertir una sopa de pollo normal y corriente en un platazo casi festivo y lo mejor de todo es que no hay que esmerarse demasiado.
Tampoco gasta mucho dinero —o no más de la cuenta— con la propuesta del popular y televisivo Karlos Arguiñano, que partiendo de los elementos tradicionales de una sopa de pollo consigue que quede más sabrosa y más cremosa.
Va al gusto, claro. Pues en este caso, el chef de Beasain omite añadir fideos a su sopa, la cual además tiene un nivel de espesor más alto de lo habitual. Aún así, en sus trucos veremos que hay alternativas para que tampoco la hagamos demasiado gruesa.
En cualquier caso, las pistas que dejaba Karlos Arguiñano en su receta de sopa de pollo son muy fáciles de seguir y nos permiten no emplear más tiempo en la cocina del que hiciera falta.
Curiosamente, quizá la primera parte de la receta se acerca más a una crema que a una sopa. Por ello, el chef guipuzcoano recurre a la harina de trigo —primer secreto— para hacer más sustanciosa y sabrosa la sopa.
La comienza como una especie de bechamel, fundiendo un poco de mantequilla en la cazuela y luego cocinando, sin dejar de remover con varilla, una pizca de harina de trigo. Allí mismo añade también la mayor parte de la pechuga de pollo, cortada en dados, y que saltea brevemente.
Tras eso, añade el caldo de pollo, la almendra molida —segundo secreto— y pone punto de sal, dejando que todo cueza a fuego suave durante unos 20 minutos. Pasado ese tiempo, mete toda esa mezcla en el vaso de una batidora americana —pero se puede hacer en robot de cocina, Thermomix o batidora de mano— y lo tritura hasta dejar una consistencia de crema.
Por último, saltea en una sartén con un poco de aceite el resto del pollo, que habrá cortado en dados pequeños, y añadiendo más tarde unas almendras en láminas, salteando ligeramente el conjunto, que añadirá posteriormente a la sopa de pollo cremosa.
Como es evidente que la receta gana en calorías —a costa de ambas harinas—, podemos eliminar alguna de estas opciones como la harina de trigo o, si no queremos que sea tan espesa, renunciar a alguna de estas adiciones o a añadir menos pollo a la trituradora.
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En cualquier caso, la opción de esta sopa de pollo —o crema de pollo— es perfecta con los trucos de Karlos Arguiñano para dar más sustancia al plato, que podemos tunear también con otros frutos secos al natural o añadiendo algunas especias como curry o cúrcuma, que también darán buen resultado.
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