El tomate concentrado es un básico en mi cocina, pero siempre se me estropeaba. Hasta que empecé a hacer esto

El tomate concentrado es un ingrediente esencial, pero que tiene una vida útil muy corta cuando abres el bote

Tomate Congelado 1
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Más allá de los ingredientes básicos de cualquier despensa, como sal, aceite o pimienta negra, todos tenemos nuestros productos esenciales que usamos para dar sabor en multitud de platos. En mi casa nunca falta el tomate concentrado, una auténtica bomba de sabor y aroma que enriquece multitud de platos con una cantidad minúscula. Ahí radica su magia y también su maldición, pues normalmente necesito usar muy poco cada vez.

Y aunque sería fantástico en otras condiciones, eso es un problema porque tiene una vida muy corta. El propio bote te lo indica claramente -leemos las indicaciones de los fabricantes, ¿verdad?-: "Una vez abierto, conservar refrigerado y consumir antes de 5 días", suele rezar el botecito. Muy bien, pero en menos de cinco días casi nunca logro agotar el contenido. Ni estirándolo a una semana al cambiarlo de recipiente, y jugándome la vida con la seguridad alimentaria -o casi-.

El tomate concentrado, más concretamente doble concentrado, no es más que puro tomate natural cocinado durante mucho tiempo hasta formar una pasta densa, espesa, de color muy oscuro y aroma penetrante. Se prepara cociendo tomates de variedades adecuados para salsas, después se tamizan o cuelan para retirar las semillas y pieles, y se vuelven a cocer aún más tiempo, concentrando al máximo el sabor y la textura, sin apenas agua.

Normalmente se le añade tan solo un poco de sal, y tiene unos 28-30 grados Brix, escala que nos indica la proporción de azúcar. Al ser un producto concentrado, es lógico que sea un número alto; para hacernos una idea, un tomate al natural corriente ronda los 6-7 grados brix. Así, apenas necesitamos añadir una o dos cucharaditas, o una cucharada grande, a salsas, sofritos, guisos, sopas o cremas. Por ejemplo, a la hora de hacer una fideuá para 4 personas apenas nos bastarán 10-15 ml de tomate concentrado para enriquecerlo con un sabor mucho más intenso y complejo. Y lo que sobra, a la nevera.

Tomate

Antes me agobiaba por tener que usarlo antes de que la cuenta atrás de esos cinco días llegara a su fin, pues no me gusta nada tirar comida, pero siendo solo dos personas y sin comer a diario ambos en casa, es complicado organizarse para darle salida en un plazo tan corto. Pero el drama se acabó cuando adopté la sencilla rutina de congelarlo, y sin tener que usar moldes ni nada especial, solo papel de horno antiadherente y una bolsa de congelación corriente.

No hay más que echar cucharaditas colmadas de la pasta sobrante en una hoja de papel de horno, como pegotes irregulares, y llevarla tal cual al congelador, sobre una bandeja o similar, en plano. Pasadas un par de horas ya estarán sólidas y se pueden guardar en una bolsa de cierre hermético, otra vez al congelador.

Tomate Congelado 2

El tomate concentrado se disuelve rápidamente aunque se eche congelado con el calor de la cocción; así no tengo más que ir sacando las porciones que necesite a lo largo de las siguientes semanas, directamente sobre la marcha mientras cocino. Conviene apuntar en la bolsa el contenido y la fecha, por si acaso pasado un mes se te olvida qué hay dentro. Mejor no sobreestimar la memoria propia.

Imagen | SKopp

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