Se suele decir que el ser humano es curioso por naturaleza, aunque yo creo que muchas veces deberíamos más bien aceptar que somos unos cotillas. En general, nos encanta indagar en la vida de otros, y por algún extraño motivo curiosear en la intimidad de sus hogares puede resultar fascinante. Los humoristas bromean a menudo con ese comportamiento típico de cotillear en los cuartos de baño cuando vamos de visita, aunque personalmente me gusta más curiosear en las cocinas. Por eso me ha llamado la atención esta serie de imágenes que son auténticos retratos de cocinas.
Me da la sensación que últimamente se ha producido un creciente interés por el diseño y la decoración de cocinas, fenómeno que se percibe sobre todo a través de internet y redes sociales. A mí me encanta morirme de envidia admirando cocinas fabulosas, pero en este caso se trata de algo más. Con este trabajo, el fotógrafo Erik Klein Wolterink indaga en los aspectos culturales y sociales de cada familia cuya cocina ha retratado. No interesa la cocina en sí misma sino lo que tiene que decir sobre sus habitantes.
Wolterink es un autor holandés nacido en una pequeña localidad que se sintió fascinado por la riqueza multicultural de la capital cuando se mudó a Ámsterdam para desarrollar su carrera profesional. Por eso pronto empezó a trabajar en un proyecto en el que pudiera ahondar en las raíces de esa riqueza de culturas diferentes, centrándose en el aspecto más cotidiano de cada una de ellas.
Es por eso que decidió emplear la cocina como punto clave de su estudio. Según declaraciones del autor, no se siente especialmente atraído por el cocinar o la comida, pero sí que considera esta estancia como uno de los espacios más importantes de una vivienda. Cualquier hogar tiene una habitación dedicada a la preparación de alimentos, por lo que la cocina actúa como un símbolo. Es una metáfora de la realidad multicultural que vive Ámsterdam, extrapolable a cualquier otra gran ciudad.
Las imágenes están formadas por composiciones a modo de collage. Wolterink captura planos generales, abre cajones, armarios y neveras, y fotografía su contenido sin tocar nada. Después combina las instantáneas para dar una imagen unitaria de cada una de las cocinas, creando así su retrato particular. No le interesa la estética o el orden, sino lo que cada cocina y su contenido expresa de las personas que cocinan y comen allí cada día.
Es interesante analizar el contenido de cada imagen pues esconden distintos elementos según los inquilinos de cada hogar. A Wolterink le interesa la multiculturalidad, por eso podemos curiosear cocinas de personas de distinto origen y condición. Todos conviviendo en la misma ciudad, mezclando sus tradiciones con las costumbres locales. Son retratos de cocinas que actúan como retratos de una sociedad multicultural. Y yo la verdad es que no puedo evitar preguntarme qué aspecto tendría mi propia cocina bajo la visión de Wolterink.
Vía | Slate Más información | Erik Klein Wolterink En Directo al Paladar | La golosa pintura de Will Cotton, el exceso empalagoso como crítica del consumismo En Directo al Paladar | El libro de recetas que te obliga a saber manejar el cuchillo para poder leerlo
