Los cucuruchos de almendras garrapiñadas traerán muchos recuerdos a golosos de todas las edades, aunque hoy en día van quedando un poco como dulce testigo de épocas pasadas. Quizá ya no abunden tanto en los quioscos ni sean la merienda más recomendable para los niños, pero siguen poniendo a prueba nuestras dentaduras en ferias y fiestas como las navideñas.
Parecen algo muy español aunque no tenemos más que recorrer cualquier festival europeo para comprobar que las almendras garrapiñadas son muy apreciadas en muchos países, especialmente en Centroeuropa, y muy ligadas también a los mercadillos de Adviento y Navidad. Prepararlas en casa no es muy difícil, podemos rebajar la cantidad de azúcar y darles un toque especial con aromas como canela o vainilla; empaquetadas en bolsas bonitas son un regalo fantástico para estos días.
La receta más tradicional suele indicar como cantidades la misma cantidad (en peso o volumen) de alemdras y azúcar, pero tras un par de pruebas en casa nos gusta más reducir un poco el segundo para que no sean excesivamente dulces. El agua en principio es opcional, pero ayuda a obtener un caramelo mucho más manejable y reduce el riesgo de quemar el fruto seco. Se puede dejar un acabado más seco o más brillante, según el punto de cocción
Preparar una bandeja de horno grande o un espacio sobre una mesa despejada con una lámina grande de papel antiadherente sulfurizado. Dejar un tenedor ahí para usar después.
Disponer en una sartén amplia y resistente el agua, añadir el azúcar y, opcionalmente, el toque de especias. Calentar a fuego suave hasta que el azúcar se disuelva y añadir las almendras, removiendo para que queden sin amontonarse mucho y bien cubiertas.
Subir el fuego ligeramente hasta llevar a ebullición; bajar la temperatura y cocinar, sin dejar de remover suavemente, hasta que se forme un almíbar brillante y se vaya reduciendo. Poco a poco bajará el nivel de líquido hasta que de pronto el azúcar cristalizará.
Seguir removiendo bien las almendras entre la "arenilla"; podríamos retirar ya las almendras cubiertas con esta costra más seca, pero queremos darle un toque más caramelizado y brillante. Mantener al fuego, a temperatura suave, sin dejar de remover, hasta que el azúcar vuelva a derretirse.
Se formará un caramelo oscuro; seguir mezclando para que todo el azúcar se vaya derritiendo y las almendras queden bañadas con ese acabado brillante, con mucho cuidado de no quemarlas. Una vez tengan el punto deseado, extender rápidamente las almendras sobre el papel preparado, sin amontonarlas, y separarlas con el tenedor.
Dejar enfriar por completo antes de comer o guardar en recipientes herméticos o bolsitas para regalar.
Con qué acompañar las almendras garrapiñadas
La textura crujiente de las almendras garrapiñadas y esa deliciosa combinación del fruto seco tostado con la costra dulce caramelizada hacen que esta golosina pueda resultar casi adictiva. Recomendamos tomarlas en pequeñas cantidades y con mucho cuidado si tenemos los dientes sensibles, mucho mejor si se disfrutan al aire libre dando un buen paseo. Combinadas con fruta de temporada, como mandarinas o mango, equilibramos un poco su ingesta.
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