Poco se habla de los dramas familiares cuando a alguien le apasiona un alimento que otros aborrecen sin piedad. Esta tragedia griega la he vivido en mis carnes con mi amado calabacín, que tantas alegrías me ha dado en la vida, al encontrar el desprecio hacia él en mi pareja. Menos mal que tenemos recursos para que todo el mundo se quede contento en la mesa.
En defensa del enemigo del calabacín diré que no tuvo muy buenas experiencias con esta cucurbitácea de pequeño. Lo típico: esperaban que de niño no le gustaran las verduras y ya contaban con tener que 'obligarle' a comerlas casi como un deber o castigo. Y además mal cocinadas. Todavía colea un trauma con una crema de calabacín infame llena de grumos y sabores extraños. Si tienes ejemplos similares en casa, hay que sanar esa relación con el calabacín.
La fabulosa receta de lasaña de calabacín es un magnífico punto de partida para arrancar a curar heridas. Una receta vegetariana alternativa a la típica lasaña boloñesa pero que no tiene nada que envidiarle. Con sus placas de pasta, su relleno jugosísimo lleno de sabor y su gratinado dorado, burbujeante al salir del horno, bien servida de salsa de tomate y queso.
Es lo que se dice en inglés un crowd-pleaser, un platazo que hará las delicias de multitudes en casa, perfecto para un día de fiesta o una celebración familiar, o para cualquier día de la semana. Un primer paso para demostrar que el calabacín también puede hacer disfrutar de platos suculentos y algo gochos.
En DAP | Crema de calabacín
En DAP | Lasaña de verduras