Cuando en las vacaciones familiares llegamos a Oporto, la ciudad nos recibió con una tarde fría y lluviosa. Habíamos pasado muchas horas en el coche y apenas habíamos probado bocado desde el desayuno. Después de instalarnos en el apartamento alquilado, sólo teníamos ganas de calentar y llenar el estómago sin complicarnos mucho la vida, y así el restaurante O Forno fue nuestra elección para esa noche.
Acabados de llegar, lloviendo, y aún sin conocer mucho la ciudad, entrar a este local fue mera casualidad, pues podíamos ver su entrada desde nuestras ventanas. Literalmente, fue cruzar la calle y acceder a un restaurante que te recibe con una atmósfera familiar, decoración sencilla tradicional, sin pretensiones, pero de ambiente agradable.
El restaurante se anuncia discreto al exterior, con una carta visible desde la calle que se ofrece en varios idiomas, incluyendo el español, sin duda como consecuencia de su emplazamiento. El local se sitúa en una de las principales arterias de Oporto, muy frecuentada por turistas. Por suerte, es una calle larga y el tramo donde se encuentra el restaurante es más tranquilo.
Como ocurre en casi todas partes fuera de España, los horarios de comidas son más tempranos que según nuestras costumbres, siendo lo habitual en Portugal cenar a partir de las 20.00 horas. Nosotros llegamos pronto, y encontramos un local bastante vacío pero que terminó llenándose con una amena mezcla de turistas y lugareños de todas las edades.
El restaurante es más grande de lo que parece por fuera, pues se adentra creando un espacio alargado con diferentes ambientes a distintas alturas, creando la sensación de patio interior en su centro. La atmósfera, como comentaba, es de un local típico popular, ya con sus años, con muebles sencillos, azulejos en la pared y decoración tradicional. Me recordó a los numerosos mesones y ventas tan comunes en el levante y sur español.
Había leído que es habitual servir aperitivos a los comensales, sin que se hayan pedido, y que por supuesto después se cobran, al igual que el pan. Así, el amable camarero procedió a cortar una buena porción de un melón típico por allí, dulce, y una ración de embutido local, además de panecillos y mantequilla. No nos importó, la verdad es que lo agradecimos, pues los estómagos rugían mientras hojeábamos la carta.
En ella destacan dos grandes apartados, como no podía ser de otra forma: los pescados y las carnes. Como comentábamos cuando recorrimos la gastronomía de Oporto, los productos del mar tienen una gran presencia en toda la ciudad, pero sin olvidarnos del gusto por las buenas carnes. Completan el menú entradas de marisco, ensaladas que parecen demasiado turísticas (como la tropical o la de mozzarella) y sopas de temporada.
Si veo pescado en una carta que huye de rebozados y salsas extrañas, no me lo pienso dos veces. En O Forno casi todas las opciones se ofrecen a las brasas, así que me decidí por una ración de dorada. De la sección marina también pedimos un plato de pulpo a lagareiro, asado y aliñado con buen aceite.
Los otros dos comensales prefirieron dirigirse al apartado de carnes, donde se oferta una buena variedad, desde costillas y lomo de cerdo hasta entrecot de ternera o filete de buey, en su mayoría a las brasas. En este caso se pueden pedir raciones completas o medias, siendo recomendable la segunda opción ya que son muy generosas. Mis acompañantes eligieron filetes y carne de ternera "de Brasil", ya que la antigua colonia portuguesa ha dejado su influencia en muchos platos locales, con frecuentes rodizios de carne.
Cada plato viene acompañado de su correspondiente guarnición, y tampoco son escasas. Nuestros platos vinieron acompañados de verduras de temporada a la plancha, patatas fritas, arroz con alubias, una ensalada sencilla y, destacando por encima de todo, unas deliciosas patatas pequeñas asadas y bien aliñadas con aceite de oliva y hierbas.
La carta del restaurante finaliza con un apartado de aguardientes y algunos postres típicos de la casa, además de los esperables helados comerciales. Pero nosotros sólo teníamos capacidad para un café, estupendo espresso con buen cuerpo y su buena crema.
El servicio fue correcto durante toda la velada, con escaso pero atento personal. Nos sorprendió la eficacia y rapidez ya que a medida que avanzaba la noche el local se fue llenando, sobre todo con grupos familiares. Pero nosotros estábamos agotados y nos marchamos pronto, bien satisfechos. Con las bebidas y vino, nuestro primer contacto con la gastronomía de Oporto nos salió por algo menos de 14 euros por persona.
Restaurante O Forno
Rua de Santa Catarina, 1028 4000-447 Oporto Tel. 222087217 Precio aproximado por persona: 15-20 euros
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