Cuatro Perras, buena comida: cocina sin complejos con unas espectaculares vistas a la Costa da Morte

La Costa da Morte, esa franja costera que se extiende desde el norte de las Rías Baixas hasta las inmediaciones de la ciudad de A Coruña, atraviesa una pequeña revolución gastronómica.

Esta comarca de apenas 100.000 habitantes cuenta, en la actualidad, con restaurantes centenarios, con algunos de los mejores restaurantes de producto de la costa gallega e, incluso, con dos locales reconocidos con sendas estrellas por la Guía Michelin.

En una escala intermedia, con un pie en la tradición y otro en la modernidad, también hay una efervescencia que se palpa en el ambiente: obradores reposteros, locales de hamburguesas artesanas o, como en el caso de Cuatro Perras, propuestas que eligen su propio camino, difícil de etiquetar, versátil y apto para todos los públicos y para diferentes momentos.

Porque en Cuatro Perras, el restaurante del pequeño hotel As Hortensias, en la playa de Quenxe, se puede disfrutar de una carta ecléctica y de distintos espacios que lo convierten en una opción perfecta para terminar un día de playa, pero también para ocasiones más especiales o para escapadas de fin de semana en las que lo que se busca es tranquilidad, relax y buen producto.

Las vistas desde el comedor y la terraza son uno de los grandes atractivos del restaurante.

La primera baza de este proyecto es su ubicación inmejorable. Si la Costa da Morte merece una visita en su conjunto, Corcubión es uno de sus pueblos históricos con más carácter. Vale la pena detenerse a callejear por su centro histórico y descubrir su pasado marinero y vinculado al mundo salazonero y de las conservas.

Ya a las afueras está la playa de Quenxe, uno de los arenales semi-urbanos más apetecibles de la comarca. Y justo allí, literalmente colgado sobre la arena, con una vistas inmejorables a la ría y a la mole del mítico Monte Pindo, en la orilla de enfrente, está el Cuatro Perras.

Una vez dentro, escoge si puedes una de las mesas junto a las ventanas. Si has llegado hasta aquí buscando marisco, hay una sección de la carta en la que se proponen productos locales desde una perspectiva innovadora que está pensada para ti: desde unos berberechos con emulsión de cebollino, a unas zamburiñas negras cuando están en temporada, unos mejillones con espuma de su escabeche o una vieira con salsa brava de calabaza.

Si prefieres explorar una faceta más informal de la carta, quizás te interese probar su empanada abierta de pulpo, su tartar de atún sobre huevo frito, sus gyozas de buey de mar o su estupenda ensaladilla con caballa ahumada, que se sirve con pan de gambas.

Ensaladilla con caballa ahumada.

Y, aunque estemos literalmente a la orilla del mar, conviene no dejar de revisar el apartado de carnes de la carta, en el que también se puede encontrar un poco de todo: desde un carpaccio de picaña de buey con una maduración prolongada a un entrekatsu, la versión que este restaurante propone del clásico tonkatsu japonés cambiando la carne de cerdo original por un entrecot madurado de vaca rubia gallega. O una muy apetecible pizzeta -que no te engañe el diminutivo del nombre, como todas las raciones de la carta es muy generosa y es perfecta para compartir- de pastrami de vaca rubia gallega con queso cremoso de Arzúa-Ulloa y rúcula.

Incluso si quieres bucear en los guisos de siempre ligeramente renovados hay opciones para ti, propuestas como unas almejas a la marinera o un estupendo guiso de sepia en su tinta que se propone con fideos crujientes y coronado con un huevo frito que, al romper, ya en mesa, liga la salsa con su yema.

El carácter diverso de la carta convierte al Cuatro Perras en un lugar perfecto para una visita familiar. O para repetir, probando cosas desde diferentes puntos de vista: quizás una primera cena más informal, otra más centrada en el producto y otra, tal vez, para explorar su trabajo con las carnes. Todo ello, complementado con una agradable terraza sobre la playa, en la que también resulta muy apetecible desayunar, puede que con unas tostadas de pan de la zona, disfrutando de los primeros rayos de sol sobre la ría.

Los pimientos asados en el restaurante son una guarnición perfecta para las carnes.

Por si con todo esto no hubiese suficiente, el equipo de Cuatro Perras se reserva otro as en la manga para animar el fin de semana. Sus Noches de Gochismo se celebran los domingos y son el momento ideal para explorar la parte más gamberra de su oferta. Se trata de jornadas en las que invitan a cocineros de otros negocios de la comarca con los que comparten filosofía a diseñar una hamburguesa efímera.

De este modo, por las mesas del Cuatro Perras han pasado en los últimos meses propuestas como la hamburguesa de marrajo con confitura de tomate del restaurante A Furna (Muxía), la hamburguesa de atún rojo con tártara de curry de La Bayonnaise 1803 (Fisterra), la hamburguesa con mayonesa de chimichurri de la Parrilla O Cruceiro (Cee) así como elaboraciones propias, como la hamburguesa de pollo rebozado en maíz con manzana, queso cheddar y canónigos, para una carta que solamente se puede disfrutar en esas jornadas temáticas.

La pizzeta de pastrami de vaca rubia gallega y queso de Arzúa-Ulloa es ideal para compartir.

El sector gastronómico de una ciudad o de una comarca solamente puede considerarse completo cuando es transversal y llega a todo tipo de clientes. Un restaurante con estrella Michelin o sol Repsol aislado puede ser interesante, pero no crea una corriente. Esta aparece cuando hay propuestas en la gama más alta, pero también en el sector más tradicional, en la cocina de producto o en formatos más de diario.

Y ahí es donde hay que entender a Cuatro Perras, como esa gama media que, con un pie en la cocina y el producto de la zona y otro atento a las tendencias actuales, propone algo diferente en la comarca, interesante, de precios moderados y capaz de atraer tanto a una clientela local con ganas de algo novedoso como al visitante que, además de la tradición y el producto, busca descubrir una faceta distinta de la cocina de la zona.