No es, hoy por hoy, el turista estadounidense, el más abundante y masivo en España. Sin embargo, aunque aún está bastante distancia de la cabeza de carrera que marcan Reino Unido, Francia y Alemania, el viajero procedente de Estados Unidos va aumentando paulatinamente su cuota de mercado en nuestro país.
Sobre todo, porque hay que tener en cuenta que el público objetivo al que se puede enfocar el turismo español respecto al estadounidense tiene un margen de crecimiento exponencial, algo que no sucede con mercados relativamente maduros, como el británico, el francés o el alemán.
Consolidado en 2023, el turista estadounidense como el sexto más abundante de nuestro país, no deja de ser curioso comprobar que para este tipo de viajeros hay costumbres, usos y tradiciones españolas que resultan especialmente chocantes.
Ya no hablamos de nada relacionado con el propio folklore, como podrían ser los toros o el flamenco. Tampoco hablamos ya de la forma de vida que podemos tener en España y que sorprende a muchos extranjeros como los horarios de comida, la vida que se hacen las calles y en los bares o incluso el fenómeno de la siesta.
Con algo más de 3,8 millones de viajeros estadounidenses recibidos en 2023, los turistas de Estados Unidos cuando vienen a España apuestan, en general, por un turismo cultural tanto de interior como de costa, aunque también persiguen cuotas de sol y playa, generalmente con estancias medias más largas y caras que las que tienen los viajeros europeos.
Es ahí, en el sol y playa, donde los turistas estadounidenses suelen sorprenderse por un resquicio legal, para muchos de ellos incomprensibles, pero que en España es inamovible y que también les sorprende cuando van a Portugal.
En este caso, el viajero estadounidense alucina cuando comprueba que todas las playas de España son públicas y es que, por ley, todas las playas de España son de titularidad pública, tal y como se advierte en la Ley 22/1988, de 28 de julio, de Costas, donde se recoge el articulado constitucional que cataloga como "bienes de dominio público marítimo-terrestre estatal" la ribera del mar y de las rías.
Algo que, por poner la contraposición, no sucede en Estados Unidos donde las playas pueden ser de titularidad privada, lo cual extraña enormemente a muchos viajeros estadounidenses en sus estancias en Europa donde el concepto de 'playa privada' no existe en muchos países como España o Portugal.
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