Como la mayoría de historiadores o folkloristas saben, cuando hablamos de una tradición “de toda la vida” lo más probable es que se remonte a no más de dos o tres generaciones. Nada es para siempre: tampoco las costumbres.
Hoy en día es impensable una Nochevieja en España sin las 12 uvas de la suerte, una práctica que causa no pocos atragantamientos en la última noche del año, pero de la que nadie está dispuesto a prescindir. Lo tiene todo: una migaja de esoterismo y un mucho de teatrillo. Pero la tradición se remonta, a lo sumo, a principios del siglo XX.
La historia sobre el origen de las uvas de la suerte suele quedarse en que fue un invento de los productores de uvas para deshacerse del excedente de producción, pero la realidad es algo más compleja. Y no hay una sola versión del relato.
Una tradición de origen pudiente
Hoy justo antes de Nochevieja encontramos uvas bien lustrosas en todas las fruterías, generalmente de importación, pero hace un siglo a estas alturas del año apenas había uvas en el mercado. La temporada de uvas en España va de mediados de septiembre a mediados de noviembre. Solo aguantaban bien hasta diciembre, y no siempre, las uvas cultivadas en Murcia y Alicante, dado su clima más benévolo.
En 1989 hay documentado un anuncio en el que se promocionan las uvas de la suerte
La historia más extendida cuenta que fue en 1909 cuando los agricultores alicantinos y murcianos, deseosos de colocar un excedente en la producción de uvas debido a una buena cosecha, promovieron el consumo de uvas en Nochevieja, llegando a repartir racimos en la puerta del Sol (donde ya el populacho celebraba la llegada del Año Nuevo).
Sin embargo, hay testimonios anteriores a esta fecha que apuntan a que algunos madrileños ya tomaban uvas en Nochevieja. En concreto, un anuncio publicado en periódico El Imparcial el 29 de diciembre de 1898 en el que los productores promocionan “Las uvas de la suerte”.
Y la costumbre, parece ser, tiene un origen pudiente. Ya a finales del siglo XX las familias adineradas, influidas por la burguesía francesa, celebraban la Nochevieja con champán y uvas. En ese mismo periódico de 1898, en una nota de la sección de Sociedad, se hace mención al lunch con las uvas de la suerte en la fiesta de fin de año en el Hotel de los Condes de Romanones. Lo de usar de forma esnob palabras en inglés también cuenta con una larga tradición.
La uva de invierno
Es probable, en cualquier caso, que hasta bien entrado el siglo XX lo de tomar uvas en Nochevieja fuera una práctica muy reducida, reservada solo a las clases pudientes y, dependiendo del año en que había uvas.
La verdadera responsable de que la costumbre de tomar uvas en Nochevieja se extendiera a toda España, y en todos los estratos sociales, fue la uva embolsada del valle de Vinalopó, en Alicante.
Estas uvas, que hoy cuentan con una Denominación de Origen, fueron un invento del agricultor Manuel Bonsuoti que, a principios del siglo XX, decidió proteger sus racimos de uva de mesa de los insectos cubriéndolos con una bolsa de papel. Esto, además de proteger a las vides de las plagas, permite una maduración más tardía: la uva de Vinalopó se puede encontrar hasta mediados de enero.
Aunque hoy encontramos en el mercado muchos otros tipos de uva, gracias a la mejora en las técnicas de conservación, la uva embolsada es la única uva fresca que se sigue recolectando en el hemisferio norte en estas fechas. Según datos del consejo regulador de la DO, la producción prevista para este año supera los 41 millones de kilos y, de estos, dos millones se consumirán en Nochevieja.
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