En algunas ocasiones nuestros lectores preguntaban por qué utilizábamos en las recetas las distintas harinas existentes en el mercado, como por ejemplo la harina de fuerza o la refinada. La explicación es bien sencilla, dependiendo de la receta que queramos elaborar, deberemos utilizar una u otra harina.
Así si nuestras manos se han encaminado elaborar algún producto repostero, utilizaremos la harina de fuerza. Esta harina está elaborada con trigo duro y aporta mayor cantidad de gluten que el resto de harinas. Esta es una de las principales razones por la que la harina de fuerza tiene una mayor capacidad de absorción de líquidos y además posee una gran resistencia al estirado (la masa). Es ideal para utilizar en elaboraciones que contengan una gran cantidad de azúcar, grasas o líquidos. Ante la elaboración de una pasta seca o una masa de poca fermentación utilizaríamos entonces la harina llamada débil o floja, ya que contiene menos gluten, este componente es el que proporciona mayor o menor elasticidad a la masa, así con la harina de fuerza conseguimos que la masa recupere su forma original, la podemos extender ampliamente sin que se fragmente, etc. Los componentes proporcionan a la masa mayor estabilidad para poder elaborar distintas recetas, no ocurre lo mismo con la harina floja.
En algunas de nuestras recetas hemos realizado mezclas de distintas harinas para conseguir la esponjosidad, dureza, sabor, etc. que confieran a nuestra elaboración un toque distintivo. ¿Que mezclas has utilizado tú?
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