De pequeño, en clase de religión, siempre me preguntaba por qué la fruta prohibida era tan atractiva. Más tarde entendí que Dios estaba poniendo a prueba a Adán y Eva, pero eso no me ha impedido sonreír al ver la interpretación que ha hecho el artista británico Kyle Bean de lo que sería la auténtica fruta prohibida.
Y es que aunque esa manzana red delicious tiene una pinta espectacular, estoy seguro que ninguno nos atreveríamos a darle un bocado con tanta cuchilla protegiéndola, creando una lucha en nuestro cerebro sobre qué debe primar, nuestra integridad física o las ganas de darle un mordisco.
Lo mismo ocurre con otras piezas de la serie, como una pera que más bien parece un puercoespín, una sandía que se protege con sierras circulares, una naranja en llamas o, mi favorito, un plátano rodeado de alambre de espino.
Sin duda una serie interesante y un tanto gamberra, que pone en contraposición dos de nuestros instintos más básicos, el de no autolesionarnos y el de alimentarnos, aprovechando también las connotaciones religiosas de la fruta prohibida para acabar de redondear conceptualmente su obra, un trabajo para la revista The Gourmand.
Vía | DesignBoom
Fotografía | Aaron Tilley
Más información | Kyle Bean
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