Una de las facetas más positivas que nos ofrece la red es que podemos acceder rápidamente a muchísimos contenidos que no podríamos conocer jamás de otra manera. A mí me sucede por ejemplo en el campo artístico, no puedo evitar buscar nombres de artistas nuevos e investigar sus obras, y además suele suceder algo curioso: casi siempre encuentro obras relacionadas con la gastronomía. Así ha sido con las preciosas acuarelas de Bénédicte Caillat, una autora que convierte la comida en parte central de su trayectoria.
Lo primero que me ha atraído de esta artista es el dominio de la técnica de la acuarela, un estilo pictórico que parece algo olvidado o infravalorado hoy en día, pero que ofrece resultados fantásticos en las manos adecuadas. Con la acuarela domina sobre todo el color, y no hay duda de que las creaciones de Caillat son coloristas y muy bellas, llenas de energía y cierto aire de nostalgia.
Nacida en Grenoble, Francia, Bénédicte Caillat cuenta haber pasado su infancia mudándose de pueblo en pueblo, hasta que su familia se asentó en París, donde pudo estudiar Historia del Arte y Bellas Artes. Más tarde se trasladó a Londres para empezar a desarrollar su carrera como artista, fundamentalmente como ilustradora empleando mayoritariamente la técnica de la acuarela, y también trabaja con acrílicos.
Su afición por la acuarela comenzó mucho antes, cuando siendo aún una niña recibió como regalo un estuche de viaje con acuarelas y accesorios para pintar, el cual dice conservar hoy con nostalgia y cariño. Ese equipo le ha acompañado en sus diversos viajes, y así comenzó a pintar todo aquello que le llamaba la atención.
Y es que observando sus obras no es difícil pensar en los típicos cuadernos de viajes de esos viajeros de otras épocas, o incluso en los cuadernos de campo de exploradores y naturistas, que mediante trazos rápidos plasman en el papel lo que se encuentran en su camino. El portfolio de Caillat tiene algo de eso, de instantaneidad, como si recogiera momentos, pequeños fragmentos de realidad.
La comida juega un papel protagonista en su obra, tanto ingredientes y productos frescos como platos preparados, o incluso productos de marcas conocidas. La artista afirma que la fruta, los vegetales y los dulces son una gran fuente de inspiración gracias a la variedad de formas y, sobre todo, de colores. El color es fundamental en sus creaciones, domina las imágenes y apenas dedica trazos de líneas para definir algunos contornos o detalles.
El dominio del color que se difumina y se funde con el soporte, típico de la acuarela, engfatiza el carácter nostálgico y algo bucólico de sus obras. La autora cuenta cómo viene de una familia donde la comida siempre jugó un papel importante, ligada a tradiciones, fiestas, reuniones familiares, etc. Todo está imbuido de una carga sentimental personal que queda perfectamente reflejada en sus ilustraciones.
Bénédicte Caillat emplea la acuarela para trabajos a pequeña escala, y se ha especializado en tarjetas, invitaciones, calendarios, etc., con reproducciones en papel reciclado que se pueden comprar a través de su tienda online. Sus acuarelas de comida me parecen sencillas pero muy bellas, y la verdad es que no me importaría tener algunas de ellas decorando mi casa, o illustrando por ejemplo las tarjetas de Navidad.
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