Quienes hayan estado en México hay algo que es bastante inolvidable: los cenotes, esos lagos hundidos en medio de la jungla que sirven para refrescarse entre pececillos de agua dulce y pasar un buen rato saltando en su interior.
Estos espacios suelen quedar a cielo abierto, y para la cultura maya estos eran considerados fuentes de vida, aparte de proporcionar un líquido vital que permitía una entrada hacia el mundo de los dioses.
No obstante, aunque este concepto procede del maya y se trata concretamente de una forma natural procedente del kárstico, también hay otros parajes similares que pueden encontrarse en otros puntos del mundo, sin ser necesario viajar tan lejos para refrescarse en uno de ellos.
Este paisaje es muy similar al que se puede encontrar en un punto a una hora y media de alicante llaado Chorradores de Navarrés, un espacio muy singular que permanece desconocido a muchos pero que tiende puentes con este accidente natural.
Se trata de un paraje natural protegido que sorprende por su belleza a quien lo visita. Es destacable su bosque de galería y, sobre todo, sus saltos de agua o "chorradores". En este paisaje, una vegetación frondosa, abundante y típica de las zonas tropicales convierte el espacio en un lugar exuberante y lleno de vida.
Barranco del Barcal
Situado en el barranco del Barcal, este punto es accesible desde un sendero que lleva al mirador de la Fuente Clara, situado ante la cascada de los Chorradores. En el entorno se puede disfrutar de una zona de baño y de una zona donde hacer picnic, el área recreativa de la Fuente de la Higuera.
La vegetación en este área es propia de una zona de umbría y abundancia de agua, y se pueden avistar incluso martines pescadores o cangrejos de río. La biodiversidad crea un entorno fantástico para una excursión en la naturaleza a la sombra de almeces y chopos y con la fragancia dulce de las higueras.
La ruta de senderismo de los Chorradores de Navarrés permite descubrir vestigios históricos como la fuente y el azud y también para acercarte al Pozo de las Quebradas, donde las aguas termales, ricas en hierro, manan de la propia tierra.
El acceso a este paraje natural está regulado y se cobra una entrada, aunque la buena noticia es que hay un parking en el que dejar el coche para proteger la naturaleza circundante.
Foto | Darren Lawrence y Comunitat Valenciana
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