Las golosinas tienen un enorme poder evocador porque permiten viajar a momentos maravillosos de la infancia con simplemente una imagen o un bocado. Su diseño y su sabor nos trasladan de inmediato a momentos muy puntuales de entonces.
Hay algunas golosinas, además, que resultan especialmente icónicas, y que tienen un gran poder en este sentido. Algunas son chucherías que ya no se encuentran en las tiendas, otras simplemente han dejado de formar parte de nuestra vida y de nuestra dieta como adultos.
Uno de los últimos viajes sensoriales es el que propone la cadena de supermercados Mercadona, con un lanzamiento absolutamente nostálgico, que quiere hacer saltar las lágrimas del recuerdo a quienes ahora hacen la compra por su cuenta pero que en los 80 iban con pañales.
La novedad de Juan Roig son los Melones Hacendado, unas chucherías con sabor a esta veraniega fruta y que se mastican como un chicle hasta que pierden absolutamente todas sus propiedades gustativas.
¿Quién no había comido estos melones duros hasta darse cuenta de estar masticando simplemente una goma sin sabor? Pues bien, ahora regresan a los lineales para los adultos de hoy y también los del futuro.
La bolsa de 100 gramos de este chicle ácido sabor melón cuesta 1,15 euros (11,50 euros el kilo), y está elaborada por la empresa valenciana King Regal, fabricantes de gominolas, regalices y chuches de muy diferente tipología.
Evidentemente, este no es un producto que se pueda considerar interesante a nivel nutricional, pues sus ingredientes son azúcar, goma base, jarabe de glucosa, agua, acidulante, aroma, emulgente, humectante, antiaglomerante, espesante, colorante y agentes de recubrimiento.
En cuanto a su perfil nutricional, cada uno de estos pequeños melones de 6,25 gramos tiene 23 calorías y 5,6 gramos de azúcar (es decir, casi todo es azúcar), así como 6 gramos de hidratos de carbono.
Asimismo, por cada 100 gramos, es decir, toda la bolsa de chicles, estas chucherías tienen 362 calorías y 89 gramos de azúcar, aunque resulta evidente que nadie, esperamos, se comería una bolsa de chicles entera, también por el bien de la salud bucodental. Como todas las golosinas, son para un consumo puntual y moderado, sean niños o ya adultos los que quieran rememorar esa infancia feliz.
Fotos | Joana Costa
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