Quién más y quién menos cuenta con una tomatera plantada en estas jornadas a la espera de que dé una generosa cosecha de tomates para añadir en la ensalada o en cualquier gazpacho.
Esta agradecida fruta tiene sus secretos en cuanto a la recolección de semillas, emparrado, riego y, por qué no, poda, pues todo en esta planta tiene un ritual preestablecido de lo más concreto.
De hecho, parte del secreto de estas plantas reside en la poda de sus hojas: no hay que hacerlo de cualquier manera de cara a tener una cosecha bien provechosa y que colme nuestras ensaladas.
Según un jardinero experto en su plantación, un blogger de YouTube con un exitoso canal, solamente hay que quitar las hojas de los tomates altos más indeterminados.
No hay que eliminar, en ningún caso, las hojas de las ramas de crecimiento bajo porque no crecerán nuevas hojas en ellos. Según recuerda, estas participan en la fotosíntesis y ayudan a la planta a absorber sus nutrientes.
Según explica, cuando las plantas como las tomateras tienen muy pocas hojas, los tomates grandes no crecerán lo suficiente y la planta comenzará a perder flores a consecuencia de la pérdida de hojas.
En cambio, las primeras hojas de los tomates más altos deben eliminarse dos o tres semanas después de plantar los planteles en el emplazamiento definitivo, cortando a un ritmo de dos hojas por semana.
Esto es así porque estas hojas ya viejas no participan en el proceso de fotosíntesis, aunque sí que absorben nutrientes.
Racimos de tomate
Sobre todo, no hay que eliminar las hojas que están encima de los racimos de tomate porque estas son fuente de alimento de los tomates que se encuentran en esa rama. Dicho de otro modo, son las que lo nutren y hacen crecer.
De cortar estas hojas cercanas a un racimo, los tomates no crecerán lo suficiente y no serán tan dulces ni sabrosos. En cambio, cuando estos ya han alcanzado la madurez, estas hojas ya se pueden eliminar.
Foto | Cottonbro studio/Pexels.
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