Cuando estuve en Lisboa hace unas semanas, recordé la visita que había hecho el año pasado mi compañera Fiona y me dispuse a disfrutar de la ciudad y de su gastronomía, aprovechando la experiencia que ella nos había contado. Hoy soy yo quien os quiere acompañar en un paseo gastronómico, y daros nuevas pistas para seguir disfrutando de la capital del país vecino y de todo lo que nos ofrece. Por eso, he preparado un itinerario diferente para aprovechar bien un fin de semana desde el viernes por la tarde hasta la tarde del domingo.
Cualquier paseo por las calles de Lisboa, está lleno de alegrías para los amigos del buen comer. Pastelerías y tiendas de comestibles, escaparates con todo tipo de platos sugerentes, nos alegran desde que caminamos en dirección a la Plaza del Comercio, por cualquiera de las amplias avenidas lisboetas. Además en esta época, las castañas asadas en el momento, ayudan a sobrellevar el frío.
Tarde del viernes
Lo primero que hicimos al llegar, fue tomar un cafecinho bien cargado y mucho más pequeño que las tazas habituales de nuestro país. Qué bueno, y qué intenso sabor. Para acompañarlo, tomamos un pastelito Alenteiano, una especie de tocino de cielo, muy dulce y muy rico, y ya calentitos, continuamos camino sin prisa, disfrutando de las calles. La plaza del Marqués de Pombal, la plaza del Rossío o la Rúa Augusta, son idóneas para una primera toma de contacto. La belleza decadente de Lisboa, nos agradó desde el primer momento.
Nos dirigimos hacia el Barrio Alto donde queremos cenar esta noche. Hoy en día, es un barrio muy seguro y agradable tanto para cenar, como para tomar una copa después. A partir de las doce de la noche, se incrementa la presencia policial, lo que contribuye a aumentar la sensación de lugar tranquilo. Cenamos en Aquí ha peixe, un estupendo restaurante especializado en pescados, del que os hablamos aquí.
Tras la cena, siguiendo un buen consejo, entramos en el maravilloso Pabellón Chinés, (Pavilhao chinés) en la Ruá D. Pedro V, nº 89. Es un lugar peculiar. Hay que llamar al timbre y nos abre el encargado y nos sienta en una sala preciosa, en medio de un paraíso de colecciones. Es un verdadero espectáculo que hay que recorrer, hacer fotos, y disfrutar con la sala de billar, la decoración, la decoración tan impresionante. Un lugar inolvidable.
El sábado
Este día tocó paseo de nuevo, ya que queríamos llegar caminando a la estación fluvial de Cais do Sodré, para tomar un ferry para cruzar el río Tajo, (Texo ) y comer en los restaurantes con maravillosas vistas de la ciudad, que hay al otro lado. Allí, pediremos una Feixoada, el plato tradicional, aprovechando que es sábado, y es costumbre comerla en una especie de barra libre o buffet.
Al otro lado del río encontramos muchos restaurantes, pero vamos a uno llamado Atira-te a O Río, (Tírate al río) donde nos han dicho que hacen muy buena la feixoada y los pescados a la parrilla. En la espera, mientras nos traen los platos, tomamos un magnífico ceviche, unas gambas al ajillo con cilantro y unos panes de queso y jamón, que nos gustan a todos. Aprovechamos para recorrer la zona, hacer fotos y descubrir otro restaurante justo al final del paseo, que se llama O punto final.
Terminada la comida, paseamos de nuevo hasta llegar al ferry fluvial y regresamos al lado más conocido de Lisboa. Ya con las fuerzas repuestas, el plan de la tarde es tomar el tranvía 28, y subir al Castillo de San Jorge, y pasear por las callecitas y visitar las tiendas de la zona.
Para la hora de la cena hemos quedado en La Moneda, (Rua da Moeda 1-C) donde se fusiona la cocina portuguesa, con la cocina de influencia colonial y oriental, y allí disfrutamos de los sabores de Goa, y Mozambique y tomamos unos magníficos curries y postres. Siguiendo su eslogan de Food and Movement, el local está decorado con una exposición de fotografías y la cena es amenizada por un Discjockey. Por unos 20 euros, una cena genial.
Domingo
Hay muchas opciones para comer un Domingo en Lisboa. Además de poder ir a cualquier pequeño comedor casero o snack, donde encontraremos estupenda comida casera y a muy buen precio, como era el final de nuestro viaje de fin de semana, quisimos darnos un homenaje y fuimos a Casa Ramiro, (Avda. Dom Rodrigo de Cunha nº 5), una de las mejores marisquerías de la ciudad, fundada por un gallego y regentada hoy por su yerno, un simpático portugués que se casó con su hija. Maravillosas nécoras, percebes, ostras, y de remate, el clásico prego, o bocadillo de filet mignon. Un sorbete de limón al terminar, y todo por menos de 30 euros por persona. Qué maravilla. Un estupendo remate para el fin de semana.
En Directo al Paladar | Comer en Lisboa. Un paseo por las calles. En Directo al paladar | Comer en Lisboa. Un paseo por las calles (II)