¿Conoces a alguien que haya comido en El Bulli? Yo no, aunque me gustaría. He de decir que me da miedo escribir esta entrada en el blog, porque escribir u opinar sobre Adrià últimamente se ha convertido en deporte de riesgo. Una práctica peligrosa que además, a ciencia cierta, no cubren las aseguradoras. De todas formas, allá va.
Con tanta polémica sobre los metíl, los hidro, los alginatos, y los qué se yo y los que sabe nadie, creo que no nos hemos parado a pensar en cuanta gente come en este tipo de restaurantes. Exactamente, ¿cuánta gente, qué tipo de gente, etc? Yo por lo menos no conozco a nadie. De hecho, un profesor que tuve en Administración de Empresas de Restauración decía que los restaurantes de alta cocina solo se dirigen a un 2% de la población. Cosa, que pensándolo bien, me parece incluso demasiada gente.
Adrià sin duda alguna, y nadie puede ponerlo en entredicho, es un gran cocinero. Cocinero, que habría que escribirlo en mayúsculas, hecho a si mismo. Incluso, es más que un Cocinero. Adrià es una marca, y gracias a esa marca España se vende como un país avanzado en el mundo de la gastronomía internacional. Es como una fuente de manantial de la que beben todos los que pasan por ella. Y beben en todos los sentidos.
Los estudiantes o cocineros que pasan por sus cocinas para hacer "practicas" no remuneradas, salen de El Bulli y a los 6 meses ya se han montado un chiringuito y se auto nombran discípulos de Adrià, ¿cuantos discípulos habrá por España? ¿Cuantas marcas de alimentación del sector del gran consumo utilizan a Adrià para vender sus productos?, cosa que está claro Adrià utiliza también en beneficio de su empresa, cosa que me parece perfecta.
Pero sobretodo, ¿cuantos críticos gastronómicos viven (y no dejan vivir al resto) de Adrià? Críticos, que por otro lado parece que pertenecen a una elite o sector de la sociedad que el común de los mortales no podemos ni imaginar entrar. Cuidado, que no tengo ninguna intención de formar parte de ese grupo.
En definitiva, ¿por qué algo que afecta a elites tan cerradas, nos tiene que afectar al resto? Es más, el Gobierno incluso ha hecho declaraciones sobre los conservantes y aditivos usados en la cocina española. ¡Ay! Y tiene pinta de ir para largo. Yo me dispongo en mi sofá, como el que va a un cine con una bolsa de palomitas, a ver el siguiente capítulo de Falcón Crest. Porque esto es un culebrón de los buenos. ¿Asistiremos finalmente a la boda de los Montesco y los Capuleto?
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