Entre la nostalgia y la poca comprensión; así se han despachado una buena cantidad de tuiteros contra el cocinero Ignacio Solana (estrella Michelin en el restaurante cántabro Solana), que además gestiona el espacio de Pico Velasco para eventos.
Precisamente han sido estos, —o, más concretamente— las bodas, lo que puso en el disparadero al cocinero cántabro el pasado 16 de agosto cuando protestó por el número de intolerancias que le habían remitido para una boda en Pico Velasco.
Hasta 20 contabilizaba Solana, sin inferir las diferencias entre alergias, intolerancias o preferencias, lo que supuso que en un alarde de nostalgia recordase que "si en las bodas de los 80 y los 90 le plantan esto a un cocinero … no aparece un alérgico ni de lejos".
Entre los ejemplos, algunos clásicos como el gluten, el pescado, el marisco o ejemplos de dietas para embarazadas —con lo que nada de productos curados, quesos no pasteurizados o crudos—. Pero también la presencia de pimiento, bacalao, setas, cerdo o, directamente, un comensal que no podía comer ni carne ni pescado.
Lo que sí es cierto es que en el año 2023 hay mucho más acceso e información sobre alergias e intolerancias alimentarias que, presumiblemente, estaban infradiagnosticadas en los años 80, razón que también puede justificar que en la actualidad haya mucho más control y conocimiento de éstas.
No menos cierto, también debe replicarse, que aunque las forma de Solana no hayan sido las adecuadas —como tampoco suelen ser las de las respuestas en Twitter—, hay un trasfondo de verdad en lo que dice.
No por el alegato nostálgico de las bodas en los 80 donde las alergias alimentarias no se manifestaban —pues muchas de ellas ni siquiera se conocían o se trataban—, sino por camuflar en ocasiones bajo el paraguas de las alergias o las intolerancias filias y fobias gastronómicas.
De esta manera, sin que se pueda hacer pagar a justos por pecadores, lo evidente es que es más práctico para una persona que no quiere consumir determinados productos 'vestirlo' de alergia o intolerancia cuando en realidad es una preferencia personal.
Con una evidente falta de tacto por ambos lados; tanto la del cocinero hacia un sector de la población, como la de parte de los críticos de Twitter, incapaces también de comprender las dificultades que entraña pulir menús para adaptarse a una veintena de personas, la realidad parece que en un hecho donde estaríamos condenados a entendernos parecemos más alejados que nunca.
Alergias e intolerancias alimentarias - 2ª edición (ALIMENTACION Y NUTRICION)
Lo cierto, también, es que al día siguiente de la publicación, el chef Ignacio Solana se retractó asegurando que se había entendido mal su mensaje, pero no parece que las circunstancias han cambiado en ninguno de los dos casos.
Imágenes | Twitter
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