"Pluma blanca"; así de poético es el nombre traducido a nuestro idioma de un vino muy particular que en las zonas vinícolas alemanas da la bienvenida al otoño. El Federweißer o federweisser, también conocido en otras regiones centroeuropeas con algunas variantes, es especialmente popular siguiendo los viñedos del Rin y su afluente el Mosela, regiones que brillan con una luz cálida especial en las primeras semanas otoñales.
Es una buena época para escaparse a alguno de los encantadores pueblos y pequeñas ciudades del sureste del país que parecen salidas de un cuento, con la Selva Negra de fondo, verdes campiñas y lustrosos ríos y lagos. Con los frondosos bosques tiñendo sus hojas de colores cálidos, los lugareños se despiden definitivamente del verano con una copa del vino más joven y una porción de tarta de cebolla.
¿Vino o mosto de uva?
Se suele decir que el federweisser es el vino más joven de todos, aunque para muchas voces expertas no podría entrar, técnicamente, en la categoría de vino, tratándose más bien de un mosto de uva.
Según la definición básica, un vino es una bebida alcohólica que se elabora con uvas fermentadas. Si hablamos de un vino joven, nos referimos a aquel que no ha tenido crianza en barrica o tampoco en botella; por tanto, son vinos del mismo año en el que se consumen.
Este vino otoñal germánico es lo más joven que la fermentación puede proporcionar, con un contenido bajo en taninos, poca graduación alcohólica y con un sabor afrutado, ligero, dulzón, muy fresco y agradable al paladar. Se diferencia de los vinos jóvenes más clásicos en que estos pueden consumirse hasta dos años después de su producción.
Plumas y tormentas
Su identificación con las etéreas plumas de ave se vincula al color pálido y blancuzco vino, aunque en realidad es una referencia a las diminutas partículas de levadura que "bailan" suspendidas en el líquido al ser agitadas por el dióxido de carbono resultante de la fermentación.
Pero ese color turbio, que se oscurece con el tiempo, también define su esencia, dándole así otros apelativos como Sturm en Austria, que significa tormenta, o Rauscher, una referencia al susurro o murmullo que emite cada botella o copa del vino al servirse, como el viento al agitar las hojas secas. Se dice asimismo que es el vino que cosquillea y chisporrotea.
El diccionario de los hermanos Grimm, del siglo XVIII, define el Federweißer como "vino joven, todavía en fermentación, lechoso y turbio", relacionando su nombre con la palabra antigua alemana de alumbre, un sulfato que en otros tiempos se añadía al vino como conservante.
Joven, fresco y tan burbujeante que casi es explosivo
El vino federweisser se elabora fundamentalmente con uvas de las variedades Blauer Portugieser, Frühburgunder y Dornfelder, blancas, aunque también existe la variante con uvas tintas (Roter Rauscher).
Los zumos de las primeras uvas cosechadas de la vendimia, que comienza avanzado el mes de septiembre, se mezclan con las levaduras que fermentan el azúcar natural de la fruta, generando dióxido de carbono como subproducto que transforma esos azúcares en alcohol. Es la fermentación, que en este caso se corta muy pronto.
Así se obtiene una bebida muy fresca y con una baja graduación que suele rondar el 4-5 % de alcohol si es verdaderamente joven y no permanece varias semanas en botella, pudiendo llegar a alcanzar en este caso hasta un 10-11 %. Sin embargo, es raro encontrar ejemplares de federweisser tan fermentados, pues su encanto reside precisamente en el carácter joven; además, puede ser peligroso.
Según Steffen Schindler, del Instituto Alemán del Vino (DWI), el federweisser debe degustarse justo cuando la bebida está a medio camino del zumo de uva y el vino, en ese umbral en el que el dulzor, el alcohol y la acidez de la fruta están en perfecto equilibrio, con su ligero burbujeo chispeante.
En su origen, este vino solo se podía probar in situ en la propia región de elaboración, como una celebración de la vendimia y la despedida del verano, en festivales y fiestas locales o en algún Biergarten. Gracias a la invención de los camiones frigoríficos, las mejoras tecnológicas y el aumento de la demanda, hoy en día se pueden llegar a comprar en supermercados y tiendas especializadas de todo el país. La exportación internacional es más compleja.
Sin embargo, los expertos recomiendan extremar las precauciones al adquirir una de estas botellas, pues la fermentación continúa dentro de la botella, generando continuamente más burbujas. Es por ello que se distribuye con tapones permeables especiales provistos de pequeños orificios que dejan escapar el exceso de gas, o de lo contrario podrían explotar.
Cómo se consume el vino federweisser
Para degustar con propiedad esta efímera bebida hay que procurar adquirir una botella que haya sido envasada lo más recientemente posible, y mantenerla siempre en frío para que no pierda sus propiedades organolépticas y su carácter fresco.
Reservarla no tiene sentido; cuanto antes se abra, mejor, siempre con cuidado de no derramar el líquido por las aperturas del gas, ni de acabar con la botella estallando. Agitarla no es buena idea, y siempre debe permanecer en posición vertical. Nadie dijo que fuera fácil traerse una botella en la maleta.
En el caso de que el vino sea tan joven que resulte excesivamente dulce al paladar, se puede dejar a temperatura ambiente, en un lugar templado pero protegido de la luz solar, durante unas 6-8 horas, probándolo de nuevo hasta dar con el punto deseado. Una vez esté al gusto, se puede refrigerar para ralentizar el proceso de fermentación y disfrutarlo frío. Si es con una porción de Zwiebelkuchen o de Flammkuchen, mejor.
Fotos | Deutches Weininstitut - Frank Steiner - Dot Nielsen - Hardo Müller - Mundartpoet
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