La nevera es un lugar maravilloso pero también puede ser el mismísimo infierno. Primero, por la dificultad de mantenerla bien llena en tiempos de inflación: cada vez se ve más vacía con el mismo dinero y cuesta mantenerla de un modo que tenga buena pinta.
Segundo, la nevera puede ser también el infierno porque es fácil que se convierta en un lugar de caos, repetición, caducidad en incluso (por qué no admitirlo) en algunas ocasiones de putrefacción.
Por ello, es importante prestarle atención a esta sala fría y, aparte de mantenerla correctamente higienizada y al día, adoptar buenas costumbres en lo que a su gestión respecta para evitar, precisamente, que esos tomates florezcan o que los calabacines echen moho.
La lista, al lado
La primera gran costumbre que se puede adoptar es, justamente, hacer la lista de la compra sentado en la cocina, bien cerquita de la nevera, para ir comprobando si aquello que hemos anotado efectivamente se encuentra ya en ella.
Por ejemplo, zanahorias, salsa de soja, kétchup, queso rallado o mantequilla son los típicos productos que tienden a repetirse al ser fondo de armario y olvidar si realmente teníamos suficiente.
Con un vistazo rápido bastará para comprobar si realmente son necesarios, y desechar los que ya han caducado o se han puesto en mal estado al llevar demasiados días abiertos.
Esto redundará en la reducción del desperdicio alimentario, pues evitará que queden productos caducados al fondo de la nevera o en los rincones más inaccesibles, por ejemplo en lo más alto.
Es decir, el mejor lugar por el que hay que empezar la compra es por la propia nevera: evitar duplicidades será la mejor forma de ahorrar y de mantenerla al día.
Menú semanal de sobras
Pero esta costumbre con la que arrancamos este nuevo año no pasa solamente por ahí, sino que también tiene una segunda derivada: el diseño del batch cooking o menú semanal debe hacerse a partir de las sobras, de manera cíclica.
Que la semana pasada compré una col y se ha quedado la mitad sin usar, pues me apunto para esta semana convertirla en trinxat; que compré unas patatas francesas envasadas para hacer raclette el fin de semana y se quedaron sin abrir, pues las convierto en puré.
Así, poco a poco, se va adjudicando cada sobra a una comida o cena, revirtiendo en ahorro y también en el mantenimiento de una nevera que, en realidad, cuanto más vacía esté, más cuidado refleja.
Otra buena costumbre a la hora de pensar qué se comerá durante la semana es dejar un día sin adjudicar ningún menú porque siempre hay sobras y planes inesperados que nos hacen saltar una comida.
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Por ejemplo, seguro que se nos habrá ido la mano con las lentejas del lunes y las podremos aprovechar el miércoles, o que habremos tenido que comer con el jefe y el tupper del martes se tendrá que comer el miércoles.
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